Cuando uno piensa en crianza de caballos y manejo de carruajes normalmente lo asocia a la vida rural y al campo, nunca pensaría que en medio de una gran ciudad como Santiago nos encontremos con un oasis de este tipo. Es lo que sucede en el Criadero Lo Campino ubicado en medio de la urbanización del mismo nombre en Quilicura.
Una antigua y solariega casa de adobe, con su típico parque, jardines y rejas forjadas, son el hábitat del criador de caballos chilenos José Miguel Guzmán, también un gran promotor de la afición por los coches. Mundo que conoció a través de su hija. “Vengo y pertenezco al mundo del rodeo. Llegué a esto por una casualidad. Mi hija Teresita, en su etapa de perfeccionamiento con los coches, empezó a conducir el que usa hoy en día. Descubrí entonces que esto es un arte y se convirtió en la afición más entretenida que he tenido en el mundo de los caballos. “Empezamos poco a poco a sumergirnos en esto.
Conocimos a la gente de Lolol, fuimos a Europa a investigar, conocimos a Frédéric de Geloes y concluimos que es un mundo tremendamente interesante. Comenzamos a introducir al caballo chileno, primero como un orgullo patrio por utilizar lo que es nuestro, lo chileno, y luego por facilidad. En nuestros criaderos no todos los caballos sirven para el rodeo, algunos entonces son utilizados en los coches.
“Tenemos gran satisfacción en estar contribuyendo a que una costumbre destinada a relegarse al garaje de la casa, se haya convertido en un nuevo mundo”.
[pullquote]“El mundo del coche tiene distinción, tradición, delicadeza ¡y mucho trabajo! Se transforma en algo mágico. Yo descubrí que en vez de ser el carretón conducido por mi hija en su infancia, es un arte”.[/pullquote]
Su hija Teresita representa a la generación más joven entre los cocheros nacionales, la generación del futuro, donde la tradición propia y la influencia de maestros internacionales logran una feliz concordia. Aunque ella es joven, lleva tiempo en esto: “Siempre me han apasionado los caballos, pero es muy distinto el coche. Me siento libre, alegre, disfruto el ambiente, la naturaleza junto con mi compañero el caballo”. Cuando niña conducía una cabrita sin mucha noción sobre estilo, hasta que tomó contacto con el experimentado maestro alemán avecindado en nuestro país, Hermann Maul: “Él nos enseñó desde cómo se amansa un caballo hasta cómo llevarlo a competir. Poco a poco empezamos a tomarle el ‘gustico’ con mi papá y ahora estamos involucrados en competencias aquí, en Argentina y con miras en unos años a un mundial.”
Teresita ha aportado su contagiosa energía al mundo de los coches, pero también, con esa femenina intuición de remediar lo que falta, elaboró algo más: un traje propio de mujer. Como el traje de “huasa” es muy parecido al del hombre, “quisimos darle un toque distinto. Comenzamos a diseñar un traje nuevo parecido al chileno, con la diseñadora Millaray Palma y mi papá, dándole personalidad propia. El traje gusta mucho porque la gente lo encuentra súper femenino. Así nació el traje de cochera chilena.”