Se realizará en el Parque Bicentenario de Vitacura entre el 28 de octubre y el 13 de noviembre.
Como parte del folclore nacional, la cestería chilena en crin, que toma como materia prima las colas de caballo, se caracteriza por sus delicadas figuras de gran valor creativo que elaboran más de 500 artesanas de la zona de Colbún, Rari, Panimávida, Quinamávida y San Nicolás (VII Región). Estas creadoras por más de dos siglos han mantenido su identidad transmitiendo este arte por la experiencia directa de madres a hijas.
Camelias, copihues, violetas, mariposas, ramas, anillos, pulseras, aros, collares, prendedores, entre otros motivos de ornamentación, nacen de las manos expertas de las artesanas que en los corredores de sus casas urden sus hilos. Estos trabajos son parte de la demanda comercial por las artes típicas que nos identifican, que han puesto en valor las nuevas tendencias de diseño inspiradas en lo autóctono.
Propietarios de una particular estética, los objetos en crin son reconocidos por el colorido y variedad de sus piezas. Estas se tiñen y luego se tejen con las manos, utilizando la aguja sólo en las terminaciones.
Materia Prima
El crin lo obtienen de las curtiembres y debe ser preparado antes de ocuparse; lavarse varias veces y extenderse a la sombra para el proceso de secado. El vegetal que se emplea para el entramado es una fibra del maguey de origen mexicano llamada “tampico”.
La tradición oral cuenta que sin agua potable en las casas, las mujeres lavaban su ropa en el estero de Rari rodeado de árboles, especialmente álamos y sauces. Mientras algunas lavaban, otras trabajaban con sus manos las raíces de los sauces y álamos en la confección de pequeños canastos para su uso cotidiano. Otras narraciones dicen que las mujeres al bañarse en el río descubrieron las raíces de los álamos, las que pelaban para tejer miniaturas. Y luego encontraron la mezcla con el crin. Y con el tiempo reemplazaron la raíz del sauce y del álamo por el tampico.
Por muchos años las artesanas ocuparon los tintes naturales para darle color a los trabajos. El crin blanco lo pasaban por agua de maqui, por agua de quillay, por agua de nogal, para teñir sus figuras, hasta que las anilinas simplificaron la labor, siendo hoy el color una elección personal ya que también se puede dejar el crin en su tono blanco, “rosillo”, “bayo” o negro.
El principal centro de comercialización de esta artesanía es Panimávida. Ahí comenzó a hacerse conocida por los turistas que llegaban a la zona a pasar vacaciones. Y desde esta instancia, las familias artesanas de Colbún en la VII Región han construido y construyen junto a la comunidad su futuro, manteniendo vivas sus tradiciones y aportando con recursos permanentes a la economía de sus hogares. Hoy, sus artesanías vuelan por lejanos países de Europa y Norteamérica.
Fuente: Prensa 38º Muestra de Artesanía UC