“Nos internamos en el Barrio Franklin y sus intersticios; abrimos la puerta del viejo Matadero; entramos y distinguimos el tráfago de los gloriosos cuadrinos. Observamos su faena, su organización para, al final de la jornada, hacer una pichanga y recorrer sus salones. Oímos de cerca sus cantos, los aprehendemos, se vuelven audibles.” (p. 16)
Con estas palabras este volumen nos introduce en uno de los barrios más antiguos y característicos de la urbe santiaguina: El Barrio Matadero, o Franklin como los más noveles lo llaman, que tuvo su origen en el lugar donde se faenaban los vacunos que se consumían en la capital, cuna de la cultura del Matarife.
Esta investigación es un punto de encuentro entre las inquietudes de dos licenciadas en historia, Karen Donoso y Araucaria Rojas, vinculadas al estudio de la historia popular, y Los Chinganeros, una agrupación de cueca que recupera el legado de Fernando González Marabolí, quien reivindica el origen popular de la cueca.
Este encuentro dio origen al libro y un disco, que une a dos disciplinas que parecieran distantes, pero que acá se unen.
Estamos frente a la cueca de los barrios bulliciosos, de La Vega, Chuchunco (Estación Central) y El Matadero. Aquí se estudia la cueca de los barrios periféricos, la cueca popular. En Franklin hay antiguos matarifes, hijos de matarifes, una memoria viva que fue compilada después de un año de investigación.
La primera mitad del siglo XX comporta una gran inmigración campo – ciudad, compuesta principalmente por veteranos de la Guerra del Pacífico y mineros cesantes después del cierre de las salitreras, quienes llegan a instalarse a una urbe en ciernes, en los bordes de la ciudad, pero al mismo tiempo desvinculándose de su tradición rural o nortina, formando un nuevo tipo de cultura.
Una cultura que hoy vive a través de la música de Los Chinganeros, y de las personas que buscan una referencia a su pasado cercano. Es una historia viva.