Misión

El presente sitio web, modalidad de revista on line ilustrada que, en tanto distrae y entretiene, busca dar resonancia, amplificar y hacer sentir hoy, con cariño y esperanza, los ecos renovados de un Chile antiguo y profundo, que se ha mantenido vigente, y donde es posible escuchar el futuro…

Un Chile menos noticiado pero que permanece y se afirma generoso, esforzado y de orden. Un Chile que quiere la libertad, el progreso y la justicia, las iniciativas y la creatividad innovadoras. Pero que conservó la  Fe católica de sus ancestros, sus valores familiares, la sana convivencia cristiana justa, acogedora y solidariael espíritu de sacrificio y un vivo amor a las costumbres tradicionales de nuestra tierra, cuyas variadas y coloridas expresiones buscamos ilustrar en las paginas de Identidad y Futuro.

Este Chile trabajador — aguerrido en la adversidad y contemplativo en la cotidianidad — supo persistir en las más diversas circunstancias del pasado. Tampoco languideció ahora frente a la modernización económico-social que el país ha vivido en las últimas décadas de globalización. Al contrario, aceptó el desafío y, sin rechazar los beneficios de la modernización, supo afirmar su vigencia y crecer, dentro de sus propios ritmos y cadencias, con serena determinación. Mirando hacia el futuro, pero desde la luz de la Tradición.

En él, en su modo de ser, de vivir y de expresarse, se acumulan  un sentido de la trascendencia, una sencillez, una sabiduría,  una gran riqueza cultural y espiritual. En su mundo aún hay tiempos y espacios para rezar o pensar, para sentir o contemplar, para querer, acoger y convivir amistosamente; valores todos de los cuales va careciendo cada vez más la sociedad contemporánea globalizada y atravesada por toda especie de crisis.

Fiesta de La Tirana 2011 www.identidadyfuturo.cl
Cofradías de Bailes Religiosos en la Fiesta de La Tirana

Es el Chile de los ancestrales bailes chinos, de las cofradías de danzas religiosas y sus grandes fiestas a la Virgen; el Chile del del antiguo y venerable canto a lo divino en las vigilias familiares de nuestros campos; el de los jinetes huasos de la Eucaristía en aquella fiesta única y original del Cuasimodo que se ha extendido hoy por casi todo el país; en fin, el Chile que agradece a Dios en la Misa a la chilena y acude con fe y devoción a los grandes santuarios y asiste en multitud alegre a las celebraciones costumbristas, festejando con las danzas, el folclor y las comidas típicas de la tierra. Pero también el que también admira las elegantes competencias de carruajes, se reúne en los rodeos donde se lucen el jinete y el caballo chilenos o en las fiestas de gala de la chilenidad. Un Chile que hoy comienza a comprender el rol de la conservación del Patrimonio Cultural, valorando el moderno cuidado de los vestigios y monumentos públicos o privados del pasado que enriquecen la memoria histórica de nuestras ciudades. Ese Chile sanamente regionalista, que ama entrañablemente su terruño, pero que ha ido descubriendo el contraste y la variedad de los bellos paisajes de nuestra patria: la fuerza sobrecogedora del desierto, la majestad de sus montañas, la grandeza de su mar, la multiplicidad de sus ríos y lagos o la suavidad y el retiro de sus valles; igualmente, la riqueza de su flora y de su fauna y que además toma creciente conciencia de la necesidad urgente de preservarlos para transmitirlos, sostenibles, para las generaciones futuras.

En ese Chile hay reservas morales para — con la necesaria ayuda divina — enfrentar los desafíos de una sociedad contemporánea corroída por la fiebre del éxito individualista, el ateísmo práctico, el relativismo moral, la disolución familiar, el desarraigo cosmopolita y tantos otros factores de corrupción, de pérdida de identidad, de sentido de pertenencia, de disgregación psicológica, moral y social.

Abramos cauces de expresión a las novedades que surgen con fuerza de este Chile antiguo y profundo…

Démosle acogida. Sepamos aprender de su talante  tranquilo y contemplativo, pero al mismo tiempo resistente y aguerrido; de su fidelidad a las tradiciones  y de su modo sencillo,  sincero y profundo de vivir la Fe, los valores familiares, la justicia; de su humilde amor a Dios, a Cristo, a la Virgen, a Chile y los hermanos.  Son trazos esenciales de nuestra identidad, indispensables para no perder el norte y fuentes de inspiración para abordar,  humanizar y cristianizar nuestro futuro en medio de la crisis contemporánea.