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El rol fundamental de un sano Regionalismo
El Chile nuevo que quiere dejar atrás los conflictos del pasado, que se desprendió de los mitos estatistas e igualitarios que lo paralizaban y estancaban, se está hoy reconstituyendo. Quiere volver a crecer y progresar, busca en el desarrollo de su propia iniciativa el motor de ese progreso, aspira con ánimo y esperanza a una creatividad que se esfuerce con dinamismo en explotar sus ventajas comparativas, en activar libremente sus propias potencialidades. Porque dejando atrás la decadencia y la mediocridad se re-descubre hoy a sí mismo, se ufana de su identidad, reafirma sus tradiciones y las quiere proyectar con brillo en la modernidad.
Este Chile no crecerá y se civilizará plenamente sin desarrollar sus regiones. Un sano regionalismo es una condición del progreso integral de la nación.
Por eso mismo, esta Sección o página de nuestro Sitio web estará dedicada a ir destacando los valores y características de lo local y regional, del rol de ese sano regionalismo, fundamental para el crecimiento creativo de un Chile que sabe vivir su unidad, respetando y estimulando su diversidad.
El ser y la identidad de una nación
Partimos del principio de que cada ser humano, cada familia, y a su modo cada pueblo, son de alguna manera únicos; frente a los demás y, sobre todo, en presencia de Dios. En tal unicidad reside la semilla de la propia identidad, cuyo valor resulta por eso mismo intangible e inapreciable: un bien que cada familia y en ella cada individuo, reciben como una piedra preciosa en bruto que se trata de preservar, lapidar y pulir para que alcance todo su valor y belleza. La parábola evangélica de los talentos (Mateo 25:14-30) alude a esos dones y esa potencialidad de bien verdad y belleza que deben ser asumidos resguardados y desarrollados con especial determinación y esmero.
Esta originalidad de cada familia y, en ella, de cada persona, es naturalmente modelada por las relaciones primeras con su entorno y con el hábitat geográfico en que les correspondió nacer; enseguida con el medio social en que debe interactuar, el ambiente de trabajo etc.; mediaciones locales éstas insertas, a su vez, en una comunidad regional o nacional más amplia según los casos y en definitiva en la Historia del pueblo y de la nación.
Da origen a una cultura viva
Surgen de ese concreto y matizado conjunto de factores reales, algunos modos de sentir, de querer, de percibir, de pensar, de expresarse; en fin, la índole de un determinado pueblo, distinguibles por ciertas notas comunes y características. De tal entramado de relaciones humanas, costumbres y tradiciones—tejido espontáneamente a través de generaciones— nace y se desarrolla lo que podría llamarse la cultura viva de una familia, de un grupo social, una región o una nación, entendida más que como categoría académica, como peculiares valores de convivencia social.
Todo ello, no es el producto de una creación del Estado, ni de una planificación teórica implantada—desde arriba o desde afuera— por algún cenáculo de sabios o tecno-científicos; sino la expresión viva del genio de un pueblo que, como por instinto y orgánicamente, va asumiendo y dando forma a su propia identidad, condicionada por las circunstancias históricas.
No debe ser dirigida, sino protegida y estimulada
Tales expresiones de identidad podrán asumir a veces trazos nítidos y bien logrados; a veces, expresiones implícitas, sutiles, escurridizas o apenas esbozadas. Pero como a una floración de esa preciosa originalidad esencial cuya realidad íntima exteriorizan, es necesario saber discernirlas y valorarlas, ayudarlas a autodefinirse o a mejor expresarse, sin querer dirigirlas o determinarlas: son manifestaciones del ser nacional, cuyo desarrollo y perfección corresponde amar, estimular y, si cabe, ayudar a rectificar.
La riqueza de la unidad nacional en la diversidad regional
La preservación del medio ambiente tiene en vista el valor inapreciable de la biodiversidad… Con mayor razón, en el auténtico progreso del ser y la vida de un pueblo o nación, se debe buscar la riqueza de la unidad en el respeto y estimulo de la diversidad y no imponiendo la uniformidad planificada y forzosa. Es en la preservación de la vida y del desarrollo original de cada parte, hasta de las más pequeñas, que está la autenticidad y la plenitud del todo.
Como lo decía con intuición y pasión poética Gabriela Mistral: “La región contiene a la patria entera, y no es su muñón, su cola o su cintura.” Ella no entendía “el patriotismo sin emoción regional.” Tenía muy claro que la “patria de la mayoría de los hombres (…) no es otra cosa que una región conocida y poseída; y cuando se piensa con simpatía el resto, no se hace otra cosa que amarlo como si fuese esto mismo que pisamos y tenemos. El hombre medio no tiene mente astronómica ni imaginación briosa y hay que aceptarle el regionalismo en cuanto a la operación que está a su alcance.”
Y más adelante remata: “He andado mucha tierra y estimado como pocos los pueblos extraños. Pero escribiendo, o viviendo, las imágenes nuevas me nacen siempre sobre el subsuelo de la infancia; la comparación, sin la cual no hay pensamiento, sigue usando sonidos, visiones y hasta olores de infancia, y soy rematadamente una criatura regional y creo que todos son lo mismo que yo.”
Y concluye: “Los niños que de allí salimos sabemos bien, en la extranjería, qué linda vida emocional tuvimos en medio de nuestras montañas salvajes, qué ojo bebedor de luces y de formas y qué oído recogedor de vientos y aguas sacamos de esas aldeas que trabajan el suelo amándolo cerradamente y se descansan en el paisaje con una beatitud espiritual y corporal que no conocen las ciudades letradas y endurecidas por el tráfago.” ( http://identidadyfuturo.cl/2011/06/09/gabriela-mistral-breve-descripcion-de-chile/)
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El respeto atento por el ser creado en sus más variados aspectos y niveles —bien como por el Orden del ser en su conjunto— no surge para el cristiano como una mera opción, sino como una exigencia del amor al Creador y a Su Obra, una expresión de la autenticidad y plenitud de su Fe y una condición de su felicidad de situación en esta Tierra. Es un fruto directo del amor a Dios, a la patria, al prójimo y a sí mismo, por amor a Dios.
Las vías del Futuro en el cultivo actualizado de la Identidad
Las vías del desarrollo para Chile presuponen, pues, el cultivo y fortalecimiento de nuestras raíces y nunca su extirpación o debilitamiento. Es en la actualización y perfeccionamiento diligente de la propia identidad de sus familias, de sus grupos intermedios y de sus regiones que el País crecerá armoniosamente hacia el futuro. Allí encontraremos la base orgánica y sustentable de un progreso equilibrado, que asimile nuevas tecnologías para aprovechar sus potencialidades y ser capaz de enfrentar con éxito los desafíos de un mundo globalizado, al cual podemos entregarle, como nación, nuestro aporte para contribuir a humanizarlo y, por ende, cristianizarlo.