El poeta Diego Dublé Urrutia nace en Angol, cuna de Oña y de la poesía latinoamericana el 8 de julio de 1877. Su padre fue el coronel Baldomero Dublé Almeyda, quien en su calidad de ingeniero militar fortificó varios fuertes de la Frontera y construyó el puente sobre el Vergara en Angol. Su madre fue doña Teodorinda Urrutia, hija del general Basilio Urrutia. El niño Diego quedó huérfano a los cuatro años, al fallecer su padre durante la Guerra del Pacífico, a consecuencias de una herida en la batalla de Chorrillos.
Estudió en escuelas privadas de Angol y en el Seminario de Concepción, los que concluyó en el Instituto Nacional. Ingresó luego a la Escuela de Leyes de la Universidad de Chile. Mientras realizaba sus estudios de leyes fue nombrado tempranamente en el Servicio Diplomático Chileno.
A los 18 años de edad (1895), recibió una mención honrosa en el entonces prestigioso Certamen Varela de Valparaíso, por su libro de poemas “Pensamientos en la tarde”.
“Lira Chilena”, revista literaria de gran difusión, que dirigía el poeta Samuel Fernández Montalva, en su edición del 30 de julio de 1899, publicó su retrato a portada completa y escribió sobre Dublé: “Dublé Urrutia es uno de los mejores poetas jóvenes que tenemos en Chile y, si no se me tachara de exagerado diría en la América del Sur”.
“Sus preciosas poesías han sido objeto de grandes elogios para el joven vate, tanto entre sus compañeros en letras, como en los viejos maestros de nuestra literatura”
Luego de hacer una apología de la obra de Dublé, se preguntaba si habría otro poeta que hubiera escrito con más sentimiento sobre nuestros valles y de nuestras bellas leyendas. La respuesta era simplemente: ninguno.
Decía en sus párrafos finales que había abarcado con rara felicidad los temas más áridos y una especialidad en ellos: “nunca ha tratado sobre el amor”.
El poeta Samuel Lillo, en su libro “Espejo del pasado” –Nascimento 1947-, recuerda que alrededor de 1899 compartían labores de secretaría en el Ateneo de Santiago y aparte de evaluarlo como un gran colaborador literario, lo define “como un muchacho alto, delgado, con los ojos claros y vivos, la cabeza echada atrás y el andar nervioso y precipitado”.
Traía –continúa- del Instituto Nacional fama de travieso y revoltoso, fundador y empresario de periódicos satíricos que volvían locos a los inspectores, y autor de caricaturas que fueron legendarias.
Al fundarse el Ateneo acababa de obtener dos triunfos literarios: el éxito brillante de su libro “Veinte Años” y el premio en el certamen poético Varela que presidió el poeta, escritor y periodista Pedro Antonio González. Con estos antecedentes gozaba de reconocido prestigio en los diversos círculos y era una especie de condotiero de la muchachada.
Este poeta fue uno de los primeros en cantar a las tierras de Arauco donde naciera. Finaliza con una frase que retrataba su poesía: “Dublé era entonces el más criollo de los jóvenes cantores de Chile”.
Vicente Mengod en su “Historia de la literatura chilena” -Zig-Zag 1967- dice de su trabajo literario: clara es la evolución de sus concepciones poéticas. En un principio comentó líricamente la vida de los huasos y mineros, de los aborígenes y de los seres que llevan una vida de sufrimiento, de trabajo duro. Sin embargo sus poemas no alcanzan el nivel de prédica social. Después su poesía se tornó impersonal. En las estrofas de sus poemas se desliza la enumeración de los factores objetivos y subjetivos que se colaron en sus cantos:
La luz opalina
del astro nocturno le dio a mis canciones
el pálido tinte; la brisa, sus sones;
las ruinas, el sueño; la fuente, su arrullo
y el mar de los golfos, su vago murmullo
Uno de sus más bellos poemas “El caracol tiene esencias de leyenda nórdica. Su orquestación es perfecta”:
Y como urgiera ya el tiempo: Toma
-le dijo el mozo- ya el viento asoma,
la gente sale, ya viene el sol…”
y recogiendo del agua clara
que entre las rocas la mar dejara,
más armiñado que una paloma
puso en sus manos un caracol…
Su producción literaria comenzó en 1898, con la publicación de su libro llamado “Veinte años” que incluyó poemas de “Pensamientos de la tarde” (1895-1896), de “Reminiscencias” (1897-1898) y de “Melancolía”, de 1898. Este libro le hizo conocido de poetas como Chocano, Darío, Unamuno y varios otros, quienes no dudaron en catalogar con los mejores elogios la obra de este jovencito que irrumpía tan ardorosamente en el parnaso chileno. También quemaba banderas por su coterráneo el periodista angolino Carlos Silva Vildósola, conocido como el maestro del periodismo chileno de las primeras décadas del siglo pasado.
Más tarde publicó “Profesión de fe” (1928) y “Memoria genealógica de la familia Dublé” (1942), además de otros libros publicados que no corresponden al género lírico. En 1953 publicó “Fontana Cándida”, una antología de toda su producción poética.
En 1903 fue destinado en misión a la Embajada de Francia. Desde ese entonces, su carrera diplomática de 33 años, lo llevó por 17 países distintos, entre ellos Austria, Bélgica, Holanda, Italia, Brasil y Ecuador, donde se le otorgó el cargo de Ministro Plenipotenciario de Chile. Fue durante su permanencia en Europa que colaboró en los diarios “La Ley”, de Santiago y “El Sur”, de Concepción.
Sin duda, será su presencia en París la que motivará a la Casa Garnier, a publicar en fina pasta un volumen con las obras de los dos libros publicados en Chile, la que con el nombre de “Del mar a la montaña”, se encargó de esparcir por toda la comunidad de habla hispana el canto lírico de nuestro joven poeta.
Concluida su carrera diplomática fue inspector de la Escuela de Artes y Oficios y oficial de la prorrectoría de la Universidad de Chile.
En 1953 fue designado miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española.
Por su destacada trayectoria literaria, en 1958 se le otorgó el Premio Nacional de Literatura.
Su esposa Mercedes García-Huidobro Fernández, era hermana del poeta Vicente Huidobro.
Luego de haber vivido una vida plena, el poeta falleció en Santiago el 13 de noviembre de 1967, a los 90 años de edad.
Su libro “Fontana Cándida”, editado por Nascimento el año 1953, es hoy en día lo más conocido de su producción literaria, ya que aparte de “Del mar a la montaña”, no se han reeditado otros de sus antiguos libros. Del grueso de su poesía se rescatan las más conocidas como: “La campana de las capuchinas”, “En el fondo del lago”, “El caracol”, “La Tierra”, dedicada Angol y varias otras, que en su época tuvieron bastante difusión.
Don Diego tuvo el privilegio de llegar bastante lúcido a los 90 años, lo que le permitió mantener la vigencia de su obra literaria. En lo personal tuve oportunidad de conocerlo y en una ocasión que estaba en la puerta de su casa, darle mano y cruzar unas breves palabras con él. Era un personaje especial, a su paso todos los angolinos se descubrían y se sentían orgullosos de los logros de este poeta de la tierra, máxime si lo adornaban los pendones literarios de su Premio Nacional de Literatura.
Cuando cumplió noventa años, el periódico angolino “La Provincia”, en su edición del 5 de agosto de 1967; que editaba la Imprenta Index de Caupolicán N° 141, le dedicó el artículo que reproducimos a continuación, pues refleja el aprecio, no sólo ciudadano, sino de sus pares los escritores, quienes veían en su obra al creador de lo que en la novela y el cuento chilenos pasó a denominarse como “criollismo”:
DON DIEGO DUBLE URRUTIA
Artista por sobre toda la bandera que limita, ha sabido imponer su nombre y su arte hacia la Rosa de los Vientos.
Poeta, hijo de nuestro epopéyico y legendario Angol, recién ha cumplido sus gloriosos noventa años, aureolado por la fama universal, que goza su obra literaria.
Premio Nacional de Literatura, miembro de la Academia Chilena de la Lengua y ex diplomático, ha cumplido con creces con su poética tierra natal, que en forma sutil, sentida y original, ha hecho vibrar en la delicadeza vegetal de su poesía.
Pero dejemos hablar a otro “Premio Nacional de Literatura”, don Mariano Latorre (siempre presente a través de su indiscutible talento), quien en reportaje que le hiciera el escritor Rubén Azocar, acerca de la Escuela Literaria que encabezaba el primero, manifestó: “A propósito de una carta de Dublé Urrutia a Neruda, que he leído, traigo a colación el asunto. Dublé dice allí que es el primero entre los primeros que penetraron hasta el ámbito de la naturaleza chilena.
Es efectivo, responde Latorre con presteza, Dublé dice la verdad: él fue el primero de todos; lo recuerdo bien, profundas orientaciones de nuestra literatura vienen de Dublé, el costumbrismo y por qué no el criollismo, Baldomero Lillo, Federico Gana, Fernando Santiván, yo mismo. Dublé en su poesía, dio realidad, objetividad al campo chileno, habló del indio de los trabajadores; describió ambientes, la tierra del sur, de los ríos. Hay que recordar “El Lanzamiento”, “Las Minas”, “Baja Marea”, “La Procesión de San Pedro en Talcahuano”, “La Tierra”, “Narcisa”, “La Voz de la Raza, etc. El diferenció los árboles de la selva, robles, coigües, culén, coligüe, copihue; escribió tenca, diuca, lloica; por entonces, lo repito, se decía árbol o ave simplemente. Dublé usó además el habla huasa y el habla del roto en algunos poemas.
Dublé es por todo eso el autor de nuestra literatura vernácula. Por eso su nombre no se pierde. Dublé es la raíz de una genealogía de escritores; Federico Gana (repite Latorre), Baldomero Lillo, Fernando Santiván, Maluenda, aunque este último se acerca más a la influencia europea y Víctor Domingo Silva y yo, iniciamos en el cuento y la novela (otros lo hicieron en la poesía), la interpretación de la naturaleza de nuestra tierra, etc., etc,
Hasta aquí la autorizada palabra de Mariano Latorre, que reconoce en don Diego Dublé, al genuino precursor del costumbrismo y criollismo, situándolo entre los grandes de la literatura chilena.
Por todo ello en mi triple condición de coterráneo, poeta y ahijado, me es particularmente grato rendirle el justo y merecido homenaje a su esclarecido talento, que ni el tiempo, ni mezquindad alguna podrá jamás discutir.
Los años transcurren impasibles; pero su espíritu rejuvenece elevándose hacia regiones de infinito.
Prestigiosas entidades culturales y artísticas, entre ellas el “Gupo Fuego de la Poesía”, diferentes diarios y revistas, le han rendido en esta fecha, el homenaje que su privilegiado talento se merece.
Don Diego Dublé Urrutia, se convierte así en el símbolo de las letras chilenas y americanas. Su longevidad y lúcido don creador es digno ejemplo para todos.
El sigue siendo el roble altivo de su poética Nahuelbuta, eternizada en sus versos, donde vibran los helechos, las quilas, rojos copihuales y laureles, titilantes de rocío, que adornan su venerable e inmarchitable frente de poeta.
César Roa Villagra, Angol, Invierno, Julio de 1967.
El poeta angolino César Roa Villagra, escribió este sentido artículo en julio de 1967. El 13 de noviembre de ese año, don Diego Dublé Urrutia fallecía en la capital, donde hasta la fecha descansan sus restos.
Obra literaria
Según el libro “Moradores de la lluvia”, de Wellington Rojas Valdebenito, U. de Temuco, Chile 1995:
- VEINTE AÑOS, Santiago 1898
- DEL MAR A LA MONTAÑA, Paris s/f.
- ALGUNOS ASPECTOS DE LA CULTURA BRASILEÑA, Santiago 1908.
- LA OBRA DE LEONARDO PENA, Paris 1913.
- SANTIAGO ALDUNATE BASCUÑÁN, ÍNTIMO, Santiago 1918
- PROFESIÓN DE FE, Santiago 1928.
- NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SOBERANO REY, Concepción 1928.
- MEMORIA GENEALOGICA DE LA FAMILIA DUBLÉ, Editorial Nascimento, Santiago 1942
- FONTANA CÁNDIDA, Editorial Nascimento, Santiago 1953.
Memoria Chilena le ha dedicado un minisitio, en el que se pueden ver algunos artículos y fotografías. Dejamos a nuestros lectores el link donde se puede bajar el libro “Fontana Cándida”: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-93331.html