Dominga Neculmán, Alfarera Mapuche

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desde Padre Las Casas, Temuco.

Para llegar hasta la casa de Dominga Neculmán hay que salir desde Temuco por Padre Las Casas hacia el lugar conocido como Cunco Chico en el sector de Roble Huacho, unos 9 kilómetros hacia la cordillera. Luego de doblar por un corto camino de tierra aparece un sector de pequeñas casas sombreadas por un gran aromo, que a fines de agosto está en el pináculo de la floración. Su aroma se esparce por el lugar, amparado por una brisa un tanto helada, que nos hace recordar que estamos en el corazón de La Araucanía.

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Dominga Neculmán en su taller

Pronto aparece Dominga a recibir a sus visitas; se trata de una persona de gran vitalidad, pero en cuyo rostro se puede observar que el paso del tiempo no ha sido en vano. Su cara surcada de arrugas indica que el trabajo no le ha sido indiferente.

Lo demuestran sus pequeñas, pero nervudas y ágiles manos con las cuales da forma a sus cacharros de greda, a los que con la gracia que le es característica pone a cocer en un pequeño fogón, austero como lo es ella. Allí entrega a diario su producción al fuego lento producido por unos maderos de roble que se encargan de dar cocción a la greda la cual, ya convertido en artísticos utensilios, servirán de adorno a casas del país y del extranjero.

Dominga Neculman 1713
Pichi Metawes

En ese momento está dando clases de alfarería a dos niñas que recién se inician en el difícil arte de dar forma a la greda; el mismo que ella amasa con esa calidez suya, mediante la cual otorga carácter a una serie de piezas que han ido decantando su perfil con el correr del tiempo.

Gran parte de su producción tiene que ver con la religiosidad de su raza. Es así como da vida a los metawe ceremoniales, a los cántaros para almacenar el mudai que refrescará las gargantas de los peñi, sus hermanos de raza, cada vez que se celebra el we tripantu o un ngillatun.

A sus 75 años Dominga ha sido nombrada Tesoro Humano Vivo, denominación con que la distinguió la UNESCO por su actividad en estos últimos cuarenta años. En ese lapso su creación artística secular ha sido reconocida por maestros del quehacer universitario quienes la llevaron hasta sus aulas para enseñar a sus alumnos el delicado arte de moldear la arcilla.

Hace 30 años que participa en la feria artesanal que auspicia anualmente la Universidad Católica, que se inició en el Parque Bustamante y que desde hace algunos años se ha trasladado a la comuna de Vitacura. Hasta allí llega con el producto de su trabajo, el cual es admirado por un público ávido de conocer este tipo de alfarería de la que Dominga es una de los últimos exponentes.

Dominga Neculman 1708
Trewe Metawe

La importancia de su trabajo radica en el rescate de técnicas ancestrales para dar vida a una alfarería que ha sido traspasada de padres a hijos y que no utiliza más elementos que sus manos para moldearla.

Ella misma concurre a los lugares desde donde extrae los variados tipos de gredas necesarias para su trabajo y antes de abandonar el lugar agradece a la madre tierra por proveerla de tan vital elemento.

Dominga vive en el campo donde, al igual que muchos coterráneos, vive rodeada de pequeños animales y aves que forman su entorno. Por eso, entre en sus obras figuran frecuentemente gallinas, patos y perros; como una forma de llevar integra su rutina a la plástica, entregándonos así una somera visión de lo que ella puede observar diariamente.

La arcilla que moldea Dominga, es el mismo que con diversidad de colores se moldea en toda América desde tiempos milenarios, el mismo que ella espera seguir moldeando durante mucho tiempo en beneficio de los miembros de su raza y también del arte y la cultura  Mapuche, como fiel representante de La Araucanía.

*Colaboraron en la redacción de este artículo: Juana Pérez Arellano y Lorena Villegas Medrano docentes de la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad Católica de Temuco.