“Hace 20 años atrás, con Wilson, mi esposo, tomamos un par de mochilas, que llenamos con algo de ropa, algunos tarros de salsa de tomate y unos paquetes de tallarines. Junto a dos amigas de la universidad nos fuimos a mochilear al sur, nuestro destino principal Chiloé.
“No llevábamos nada técnico y casi todo era prestado. Mi cámara fotográfica ‘una pocket’. Desde ese día no hemos parado de viajar y de maravillarnos con nuestra maravillosa geografía.
“Pasaron varios años donde después de un viaje, llegábamos a casa y lo primero que hacía era enviar a revelar los negativos a algún laboratorio fotográfico, que después de una semana me entregaba unas fotos que no reflejaban para nada lo que yo había visto, sentido y vivido. Así, con la ilusión de aprender a capturar y perpetuar esos instantes mágicos del paisaje chileno, en el año 1999 me inscribí en un diplomado en arte con mención en fotografía en la Universidad Católica. Ahí comencé a comprender el mundo de la fotografía y viví un proceso alucinante. A los pocos días de haber comenzado el curso, tuvimos la oportunidad de trabajar en el laboratorio, entramos al cuarto oscuro y me enfrenté a una experiencia mágica, puse un papel blanco en la base de una reveladora, el negativo en el dispositivo correspondiente, apliqué luz por un tiempo determinado y luego puse el papel, aun en blanco, en una bandeja con un líquido especial y esperé. Como por arte de magia comenzó a asomarse tímidamente la imagen que había tomado hace unos días atrás, hasta que se manifestó en su totalidad. Me pareció un suceso increíble y quedé encantada; desde ese momento me enamoré de la fotografía.
“De esta forma, durante los últimos once años mi proyecto fotográfico se ha centrado en la búsqueda constante de la belleza y poesía visual de los paisajes y naturaleza de nuestro país.
“En este viaje por el paisaje he recorrido Chile a lo largo y ancho de su contrastada y extensa geografía, visitando todas sus regiones, muchas de ellas en más de una oportunidad. Esto ha significado innumerables horas de viaje en todo tipo de vehículos e incalculables horas de caminatas por lugares sin ningún otro tipo de acceso. Me he emocionado y fascinado con los colores, luces, líneas y formas del paisaje. También con los aromas y la música de la naturaleza. Me he sorprendido con el mar, los ríos, los lagos, las lagunas y los saltos de agua, me ha deslumbrado la montaña, el altiplano, el desierto, los bosques, la estepa y los bofedales, me ha encantado el viento, la lluvia, la nieve y el sol. Pero también ha significado tener de compañeros el cansancio, el hambre, el frío, el calor extremo, la desorientación, el aislamiento, el peligro y la falta de oxígeno.
“En este sentido, la fotografía se ha convertido para mí en un medio de comunicación. En una forma de transportar a los espectadores a estos lugares, pero también a los sentimientos y emociones que evoca en ellos la interacción con estas composiciones naturales.
“Intento rescatar el silencio y la esencia de cada lugar a través de un ejercicio contemplativo permanente, por lo que he cultivado la perseverancia y la paciencia, aunque de ambas me queda aún mucho por aprender. Y por sobre todo, he incrementado mi amor por este país, por la naturaleza, por su geografía y por el paisaje. Por ello, espero contribuir, en alguna medida, a tomar conciencia de la importancia de la conservación, el cuidado y la protección del
frágil ecosistema en el que vivimos, donde cada uno de nosotros siempre tiene algo importante que aportar.
“Esta apuesta editorial pretende trasmitir el importante patrimonio natural de Chile y el encanto de lo inmenso, lo simple y lo bello encontrado tanto en un grandioso paisaje como en un pequeño detalle. Es una invitación a disfrutar de los viajes y de la contemplación, una invitación a disfrutar de Chile… en silencio.”