Todos los años la Virgen del Carmen de La Tirana, la “Chinita” para sus devotos, espera a sus hijos que vienen a visitarla desde distintas partes del país a esta fiesta religiosa. A medida que se acerca el día 16 de Julio, las calles polvorientas de este pequeño poblado enclavado en la pampa comienzan a llenarse de peregrinos, sociedades de baile, comerciantes, turistas y curiosos.
Es un pequeño mundo el que se encuentra representado por esos días. Conozca el testimonio de algunos de ellos.
El Senador Fulvio Rossi en La Tirana
Fulvio Rossi, Senador por las regiones de Arica y Parinacota y de Tarapacá, iquiqueño de corazón, nos comenta que para él la fiesta lo une por una tradición familiar. “Provengo de una familia muy católica, mi madre fue profesora de religión y cursillista de Cristiandad, y todos los años veníamos quedándonos hasta las 5 ó 6 de las mañana los días 16. Por eso tengo recuerdos familiares imborrables, de estar muertos de frío a las 3 ó 4 de la mañana, comiendo pululos. Después comencé a venir con mis compañeros de educación media, en dónde lo veíamos también como un carrete, era algo religioso pero en que compartíamos mucho.
“Hoy en día, con la madurez que me dan los años y más que una dimensión política, La Tirana es parte de la identidad del norte de Chile, representa nuestras raíces, lo que somos. Aquí se mezcla el fervor religioso, la religiosidad popular, con el arte, la música, la danza. Entonces tiene un sentido muy profundo desde el punto de vista religioso y patrimonial. Y creo que esa autenticidad es la que atrae no sólo a los peregrinos, sino a tanta otra gente, como fotógrafos y extranjeros que vienen a gozar lo que significan los 170 Bailes religiosos con sus distintas características.
Antiguamente habían muchos prejuicios contra esta Fiesta –estas mandas eran vistas como un acto de paganismo–, pero la Iglesia fue muy acogedora hacia esas manifestaciones de fe y fervor religioso. Pero hoy en día hay una apertura de la sociedad muy grande, incluso de los grupos católicos más conservadores. Así que yo le diría a la gente que venga y que conozca La Tirana, es una experiencia inolvidable. Yo vengo todos los años, este año pude llegar el 14 así que me quedo hasta el 16 ó 17.”
Una realidad distinta vive Viviana Jiménez, de la Diablada Victoria de Iquique. Ella es Ingeniera en Administración, trabaja en un banco en Santiago, hace clases en la UDLA. Nos cuenta por qué viene a bailar a La Tirana: “Hace algunos años hice una manda a la Virgen de La Tirana por mi mamá, que estaba muy enferma. Ya son cuatro años seguidos que llevo en la Diablada Victoria. Como en Santiago bailaba en otra diablada, llevo en total 18 años integrando los bailes religiosos.
“Es muy grande el cambio al venir para acá desde la capital, porque allá la gente no conoce lo que es La Tirana y debo conseguir algunos permisos en el trabajo a fin de poder salir esta semana. A mi familia tampoco le gusta mucho el tema, ¡pero yo vengo no más!
Sé que cumplí la manda, pero sigo bailando por fervor y devoción, y quiero seguir hasta que no me dé más el cuerpo.
Además, este lugar a pesar de lo precario en sus construcciones y calles, es muy mágico y místico. Cada año me gusta más, no sé si es el sol, la tierra, el fervor, pero hay algo que siempre te trae de vuelta.”
El Comerciante

Un imperdible para quien viaja al poblado en esos días de fiesta es comprar donde “El Charro”, en la calle del costado del Santuario, quien junto a su hermano viaja desde Coquimbo desde hace 30 años cargado de aceitunas, pickles, escabeches y demases. Cuenta que los nortinos prefieren la aceituna de Arica, pues trae más carne aunque es más amarga. Los “sureños”, se van más por la de Huasco, más pequeña pero con un sabor más suave. “Durante la fiesta se venden entre 500 y mil kilos en total”, confidencia. De hecho, abunda la oferta de pululos, piñas caribeñas, asado de llamo y un cuanto hay de sabores típicos.

Carlos Delgado, Caporal
En la calle frente al Santuario la Cullaguada del Carmen de Arica baila con sus vistosos penachos de pluma de ñandú. Ahí conversamos con Carlos, uno de los fundadores del baile y caporal; él nos cuenta que todos los trajes y los arreglos de la Virgen los hacen ellos mismos con materia primas traídas desde La Paz, y las danzas que ejecutan son de origen boliviano. Los trajes rojos representan a los Cullaguas, es la danza de los hilanderos. El azul de los Sambos Caporales representa al capataz que sometía a los esclavos, por eso usan un pequeño látigo; y los cascabeles imitan el sonido de las cadenas. El Suri Sicuri es la danza del ñandú, y representa su caminar y la cacería del mismo, es llamativo por los penachos que se utilizan. El traje verde con blanco es de los Antawaras, reminiscencia del culto incaico al dios Sol. También nos cuenta que cada año van creando cosas nuevas, trajes, pasos de baile, a fin de mantener el entusiasmo entre los jóvenes del baile.
Los documentalistas
Es común ver en La Tirana, a personas tomando fotos o filmando. Tema no falta, los llamativos colores de los trajes de los bailes, el lugar, invitan a guardar un recuerdo. Sin embargo hay otro grupo: el de los profesionales que realizan un trabajo de documentación de algún aspecto de la fiesta. Este el caso de Francisco Ovalle, quien junto a un grupo de 5 personas producen un documental llamado “Salam”, que es el seguimiento de un chileno que hace ocho años atrás se convirtió al Islam en Santiago y decidió vivir muy cerca de La Tirana. Han grabado los últimos tres años y esta última parte es el despojo de la vida de un musulmán con una fiesta que no está dentro de sus creencias, que es más “pagana”.
“Lo que quiere mostrar el documental es la relación entre las distintas creencias, la relación de la vida de Ibrahim con la fiesta”, nos cuenta Francisco. “Y como una persona lejana al Islam se convierte, intentando encontrar a Dios de una forma bastante extrema. Este trabajo es realizado por la productora ‘Don Quijote Films’. Ahora estamos grabando sonido, para hacer además un clip sobre La Tirana. Debería estar listo en marzo del 2012”.