Empresaria francesa transformará, en hotel cinco estrellas, mansión del Barrio Concha y Toro.
La empresaria francesa Christel Tissier, dedicada al rubro hotelero y que en Francia trabajó para el conocido grupo de hoteles Accor, proyectaba construir un hotel en los alrededores campestres de Santiago.
Pero recorriendo en algún día del año 2009 las cortas y serpenteantes calles adoquinadas del Barrio Concha y Toro, cambió de idea. La inesperada variedad de sus aristocráticas mansiones de principios del siglo XX, en estilos neo-clásico, gótico o art déco conformando una atrayente armonía; sus plazoletas, fuentes de agua y rincones pintorescos; la personalidad y el ambiente, en fin, de este barrio de Santiago antiguo fascinaron a Christel Tissier. Fue ahí, en la casona de la calle Concha y Toro nº 36, donde ella situó, rápidamente, lo que vendría a ser su hotel boutique de cinco estrellas. Instalándose en Chile con su marido Christophe, compraron en seguida el inmueble a su dueño, el empresario Carlos Cardoen.
Los trabajos de restauración y remodelación comenzaron en mayo de 2011, a cargo de los arquitectos Eugenia Gazmuri y Felipe Berguño. Hacia fines del presente año se espera que el nuevo hotel boutique ya podrá estar terminado. Con unos 1.200 m2 edificados, tendrá cuatro niveles conectados por escalera y ascensor, más un zócalo donde estará la piscina temperada y las salas de spa. El hotel ofrecerá 16 habitaciones de alta categoría, además de una habitación especial para minusválidos y un restaurante en el primer piso. En el tercer nivel algunas algunas habitaciones poseerán balcón y habrá una cafetería con vista panorámica de la ciudad.
«Este barrio es único en Santiago, tiene mucho carisma y buena onda», comenta Christel, «nuestro hotel estará dirigido a clientes de alto nivel; tendrá mucha calidad, pero conservará un carácter más íntimo, a diferencia de las otras cadenas de cinco estrellas». El matrimonio estima que invertirán en el proyecto unos US $ 2 millones.
La instalación de este hotel Boutique fomenta el turismo y atrae la atención para nuestro patrimonio histórico-cultural y contribuye a conservarlo, significando además una considerable oportunidad de desarrollo económico para el sector. Es una demostración más del gran atractivo que pueden encerrar los barrios típicos de nuestra capital, para quien sepa verlo y apreciarlo. Qué diferencia, por ejemplo, con ejecuciones desatinadas de proyectos de progreso, como el mall de Castro, ciertamente deseado por los consumidores locales, pero que irrumpió con su mole aplastante en pleno centro histórico de la emblemática ciudad postal de Chiloé…
Tradición y progreso no son opuestos, sino complementarios y es una expresión de la responsabilidad social del empresario tener conciencia de ello y reflejarlo en sus proyectos. En el sabio cultivo y preservación de la memoria histórica de la ciudad, se encuentra escondido un gran potencial de calidad material, cultural y espiritual de vida para nuestros pueblos y ciudades. Felizmente en los últimos años, ha comenzado a manifestarse una sensibilidad creciente por estos bienes intangibles de nuestra identidad y nuestra cultura, apoyemos y defendamos esa buena y saludable tendencia.
Fuente: Cristián Labarca B., La Tercera.