Para entender la fama que Las Pipas de Einstein adquirió en el circuito costumbrista santiaguino debemos retroceder varios años atrás. Cuenta la leyenda que unos reporteros alemanes que cubrían el terremoto de 1985 en Santiago fueron a una picada y pidieron la bebida de la casa. Les sirvieron pipeño con helado de piña y fernet.
Después de tres abundantes vasos uno de ellos se levantó y al sentir los efectos dijo “este sí que es un auténtico terremoto”… de ahí el nombre del hoy popular brebaje que cada vez suma nuevos adeptos.
Muy pocos saben que su principal ingrediente es originario de los campos del Maule, y unos de los principales fabricantes y distribuidores se encuentra en la propia capital, en Las Pipas de Einstein.
Las Pipas de Einstein
En la esquina sur poniente de Einstein con Guanaco — barrio Independencia — una fachada diestramente decorada con motivos campestres, en cuyo pórtico destacan varias pipas, más algunas que se desparraman por la vereda, “Vinos y Chichas de Chillán” anuncia en un prolijo letrero de madera que remata con el nombre que intriga y llama la atención: “Las Pipas de Einstein”… Sin embargo, para sus parroquianos y quienes buscan abastecerse certeramente de los mejores pipeños y chichas es desde hace más de veinte años un punto obligado.
Pipeño es la denominación del vino tradicional del campo chileno hecho con “uva País”, una cepa que crece en la zona del Maule y Bio-Bio y que se caracteriza por ser “carne de perro” al mantenerse con poca agua. Su elaboración es natural y sin químicos. Se estrujan las uvas en moliendas junto con el hollejo y el escobajo, fermentando todo junto sin filtración, resultando un vino a la vista turbio y borroso, que antaño era guardado en pipas, lo que origina su nombre: Pipeño.
Entrando al local nos enfrentamos a un largo mesón, en donde diversas chuicas disponen contenidos en tonos claros y oscuros. Me invitan a probar un pipeño blanco, que rápidamente sirven en un pequeño vaso. De sabor dulce — como dice un cliente, «es como miel de abeja” — resulta fresco y de baja graduación alcohólica. También hay chicha negra de uva país, chicha cocida y chicha de manzana. Todo el que entra prueba alguna de estas variedades, a las que también puede agregar la famosa aguardiente de Chillán.
Pero la historia de este lugar está asociada a su dueño, Mario Rivas Rodríguez, nacido y criado en Chillán, quien llega a la capital 1983 después de haber dejado un curso de Pedagogía en Inglés en la universidad: “como profe no iba a ganar mucho y como mis padres siempre fueron comerciantes, me vine a la capital como vendedor de vino de un gran productor de la zona. Al año ya había aprendido el negocio y con unos ahorros me instalé como distribuidor”, nos cuenta.
No fueron años fáciles, había que hacer crecer el negocio, para eso recorría las grandes arterias de la capital, como Gran Avenida, Alameda, Irarrázaval, Independencia, de punta a cabo ofreciendo en todos los bares y restaurantes sus pipeños y chichas. Así se armó de una clientela que le permitió consolidar su local, que la gente llamaba “la picá de Einstein”, al cual por darle una mejor identidad denominó “Las Pipas de Einstein”, por el nombre de las barricas de madera en que otrora se guardaba la chicha y el vino.
Hoy atiende a conocidos bares típicos como La Piojera, el Bar Nacional, Las Tejas, muchos locales del barrio Bellavista y despacha también a Antofagasta, Arica e Iquique. “Vienen clientes desde muchos lugares diferentes, porque el alma del chileno cuando quiere celebrar busca un buen vino que sea abundante.” El lugar es decorado con pipas, arados de madera, herramientas de campo, banderas chilenas y por supuesto muchas chuicas.
Pero es claro que un factor clave fundamental para haber generado tanta demanda de sus pipeños y chichas es el cuidado que su dueño reserva a la calidad del producto. Él mismo supervisa la compra de la uva en Chillán y la manda a antiguos vinateros que la procesan artesanalmente y producen el vino que guardan en pipas y bodegas de adobe a fin de conservar su sabor durante todo el año. “La calidad es algo que le debo a mis clientes, no puedo defraudarlos”, relata. y además “me caracterizo por ser el único lugar de Santiago que ofrece chicha todo el año”.
Así, si quiere salir un poco del ambiente “premium” al que ha sido asociado el vino hoy en día, y quiere conocer una producción artesanal a la altura, pero con esa ambientación y el sabor de las tradiciones del campo chileno, de una vuelta por Einstein, saboree los pipeños y chichas, y el que más le guste llévelo a su casa para compartirlo con su familia o amigos. No se arrepentirá.
Prepare su “terremoto”
Ingredientes:
Vino pipeño, helado de piña y fernet.
Coloque helado en un vaso grande, luego agregue pipeño hasta el borde. Espere que el helado suba y agregue unos chorritos de fernet.