Provistas de un algodón y con frascos de distintos solventes, las voluntarias del equipo de conservación de la Catedral Metropolitana, pulen los muros buscando sacar los rayados ofensivos y blasfemos que realizaron manifestantes abortistas el pasado 25 de julio.
Contra el tiempo y buscando dejar lo más parecido a su estado original, cinco voluntarias, trabajaron durante todo el día buscando el producto más adecuado a la superficie a tratar y descubriendo los tipos de pinturas utilizadas. Fueron apoyadas técnicamente en su labor por el Consejo de Monumentos Nacionales y por el Centro Nacional de Conservación y Restauración.
Con fuerza y paciencia, Carmen Pizarro, licenciada en arte y restauradora, ha dirigido este equipo de voluntarias. Cuando vio el estado en que había quedado la Catedral su primera reacción fue de profundo dolor, y declara que “uno lo siente propio, es como si te hubieran dañado a ti”. Pese a este sentimiento inicial se muestra confiada en el trabajo realizado y dice “uno lo hace con tanto cariño, es como si cuidáramos un enfermo que estás ayudando a salir adelante, es muy lindo y se llena el espíritu”.
Y aclara en que no se puede hablar de restauración si no que solo de limpieza. “Primero fue constatar los daños, sacar fotografías de todo lo que sucedió. Luego el sábado tras la aprobación del Cabildo iniciamos la limpieza. Más adelante hay que pensar en una restauración sobre todo de los confesionarios”, indica.
Con respecto al sacrilegio que se efectuó en la Catedral, Carmen lo repudia decididamente. “Lo encuentro inconcebible, no se puede explicar que alguien cause daño en un edificio sagrado. Me molesta mucho, es una falta de cultura y respeto hacerlo aquí o en las murallas de otro edificio histórico, es algo que no entiendo”, señala. Y reconoce que falta dar a conocer más lo que tenemos, “que los mismos católicos aprecien su patrimonio, hay que encariñarse con los objetos y las personas”.
Trabajando a full y muy emocionada dice que “esperamos que quede todo bien, que se pueda realizar la misa de sacralización del templo este miércoles sin ningún problema”.
“Soy muy católica y le tengo mucho aprecio a la Catedral, por lo que quedé perpleja con lo que pasó, pese a ello estoy feliz de ayudar en algo”, señala.
Y agrega que “el mayor problema es que son varios rayados y en varias superficies, por lo que hay que ver cómo vamos tratando los muros y la extensión, por la piedra porosa, además estamos contra el tiempo y somos un equipo pequeño”.
Antes del miércoles 31 de julio, estas cinco mujeres acabarán la primera parte de su trabajo. Luego seguirán con sus tareas habituales de conservar las colecciones particulares, los textiles, las esculturas, entre otros objetos de la Catedral de Santiago, que forman parte de la historia del país.
Fuente: www.iglesiadesantiago.cl