En una antigua casona de adobe en Talagante un apasionado grupo de artesanas moldea y pinta pequeñas figuras de greda, recrean la percepción que tienen del mundo popular cotidiano que las rodea, especialmente cuando éste se eleva al nivel de la fiesta, de gran Celebración colectiva. Para ello usan las antiguas técnicas de la loza policromada de Talagante.
Ellas, las loceras Marta Contreras y Greta Cerda de la agrupación “Huellas de Greda”, afinan detalles en un mural que consigna cada una de las fiestas religiosas que han visitado, las figuras que destacan de cada una y que luego deberán confeccionar de acuerdo a la técnica de la loza policromada de Talagante. Este es el último proyecto FONDART que están ejecutando, “Religiosidad Popular en visiones de la Loza Policromada de Talagante» y el que culmina en agosto con una exposición itinerante por diversos colegios de la provincia. Herederas de la antigua tradición de loza policromada de las monjas clarisas, su afán es difundirla y proyectarla a las nuevas generaciones.
La loza perfumada de las Monjas Clarisas
“Las Clarisas Franciscanas, que surgieron de la amistad y la estrecha colaboración entre San Francisco y Santa Clara, fueron una de las órdenes claves en la renovación cultural de Occidente a finales de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, y tuvieron un rol primordial en la cristianización de América entre los siglos XVI y XVIII.” (1)
Pero para comprender el nacimiento de este trabajo artesanal debemos volver atrás muchos años, varios siglos, para encontrarnos con de una de las grandes órdenes religiosas que evangelizaron América, los franciscanos. Su rama femenina, las clarisas franciscanas, arribaron a Chile en 1567 estableciéndose en Osorno. Pocos años después huyen a Chiloé durante la rebelión indígena de 1598-1599. Tras un breve paso por la Isla Quiriquina y San Francisco del Monte, ya están establecidas en Santiago en 1604, en donde con la ayuda de sus hermanos de San Francisco, se instalan casi al frente de ellos, en el lugar en que hoy se encuentra la Biblioteca Nacional, al costado del cerro Santa Lucía.
Ahí comenzaron su vida espiritual y de lleno su trabajo como educadoras y cultivadoras de diversas artes manuales que transmitían en sus talleres, tanto en cocina (famosos fueron sus dulces y confites) como en la confección de piezas de loza perfumada, popularmente conocida como “locita de las clarisas” u “ollitas de las monjas”.
Su fina confección ya está documentada en el siglo XVII en las crónicas de Diego de Rosales, quien consigna grandes partidas exportadas a Perú.
Una mezcla de arcilla, arena fina y caolín (una arcilla blanca muy pura), era la base para crear piezas de paredes muy delgadas. Fabricaban teteras, mates, ollitas y pequeños recipientes que además eran adornados con pájaros y flores de colores muy vivos. El perfume que las caracterizaba se agregaba al final y era su sello característico.
Durante la Colonia no existía casa de la élite que no tuviera alguna de estas piezas, pues eran reconocidas por su calidad y finura.
Avanzan los años y en pleno siglo XIX ya nos encontramos con un convento de clarisas que desarrollaba una labor cultural y de formación no solo de sus monjas de claustro, sino también de niñas y damas criollas, mestizas e indígenas. A fines de siglo reunía unas cuatrocientas personas entre religiosas y laicos, según consigna Alejandro Malaspina, y en 1925 deben trasladarse a Puente Alto, perdiéndose la “receta” para el perfumado de las losas y rompiéndose el gran influjo cultural del convento.
Sin embargo, a estas alturas varias mujeres seglares habían aprendido su técnica, siendo Sara Gutiérrez Jofré, una de sus continuadoras, aunque con algunas diferencias, pues agregó figuras antropomorfas e iconografía costumbristas. Con ella nace la tradición locera de varias familias de Talagante que ha llegado hasta nuestros días.
Innovando tradicionalmente
La Agrupación Huellas de Greda de Talagante hoy rescata esta tradición locera y la proyecta a través de la difusión y la incorporación de personajes característicos de dicha Provincia. Aunque iniciaron su trabajo recientemente en 2010, aprendieron de Olga Espinoza Díaz, una de las artesanas de larga tradición familiar en la zona. El 2012 fueron invitadas a la Feria de Artesanía Tradicional de la UC como “único grupo de rescate de loza policromada”.
Han sido varios años de aprendizaje y difusión, siempre fieles a las técnicas antiguas, pero innovando en figuras y temáticas.
Ahora se encuentran terminando las figuras con las cuales mostrarán su percepción de la transformación de lo cotidiano de la vida en la provincia de Talagante, en aquel momento tan especial que son sus fiestas religiosas: Han asistido y registrado las grandes fiestas locales del Catolicismo popular como la de Cuasimodo en Talagante e Isla de Maipo, la procesión del Niño Dios de Peñaflor, la fiesta de la Virgen de la Merced de Isla de Maipo y la procesión de San Francisco en El Monte. Para ellas es importante mostrar por qué sus habitantes se esfuerzan en ello año a año en preparar con tanto amor y esmero este ascenso desde la cotidianidad a al gozo de la Celebración colectiva . “Ellos reflejan su fe en la preparación del anda de la Virgen o en los adornos del coche de cuasimodo, lo que escapa de una rutina, pues en adornar una bicicleta o vestir un caballo hay algo artístico” – agrega Marta.
[quote] “En estas fiestas religiosas populares queremos destacar a través del trabajo nuestro, la fe y dedicación de las personas que participan. Su dedicación, su amor por estas festividades que realizan año a año.”[/quote]
Sin embargo, y ella misma nos muestra, representar estas diferentes fiestas es un “desafío artístico muy grande, pues hacer una carreta engalanada en greda es un trabajo técnico muy minucioso.”
Su técnica es puesta al servicio de una realidad colectiva superior, “nosotras queremos mostrar la técnica y darle nuestro sello a la estética, pero sin transgredirla. Más que replicar los modelos clásicos de la loza policromada de Talagante, descubrimos que se trata de mostrar con ella la sociedad que uno ve, de provocar emoción en las personas con recuerdos, de conservar tradiciones, explica Gretel.
Así en las próximas semanas podremos conocer nuevas figuras como los cargadores del anda de la Virgen de la Merced, los enfermos en sus camas esperando la comunión durante el cuasimodo, los danzantes de los bailes religiosos y huasos de a pie acompañando las festividades.
Pueden ubicarlas en Facebook: Huellas de Greda