Se conoce como batalla o sorpresa de Curalaba (o Kuralaba), un hecho de armas acontecido el 23 de diciembre de 1598 a orillas del río Lumaco. En realidad no son muchos los antecedentes que nos entregan los historiadores sobre esta importante acción guerrera, en que las lanzas mapuches mandadas por los caciques Pelantaru, Anganamón y Huaiquimilla, en una acción concertada, en que cada cacique mandaba un escuadrón, cayeron de madrugada sobre la desprevenida tropa del Gobernador del Reyno de Chile Martín García Óñez de Loyola. Según antiguos relatos, este personaje se distinguía más por sus parentescos que por otros méritos. Era sobrino de San Ignacio de Loyola, y casado con la princesa doña Beatriz, emparentada con la familia real de los Incas; adjetivos estos que lo colocaban en una especial situación ante sus similares venidos de la península.
A pesar de que las crónicas lo reconocen como un individuo de duras facciones, su semblante hostil sólo ocultaba a un débil gobernante que no dudaba en poner en libertad a los mapuches que eran apresados en escaramuzas y batallas, tratando duramente a quien osara maltratarlos; entregándoles además elementos de hierro como hachas y cuchillos, para que adelantaran en sus labores agrícolas, haciéndoles prometer que serían futuros elementos de paz. Naturalmente los mapuches recibían con gran aprecio estos regalos, que a la vuelta de unos días se convertían en eficaces punta de sus lanzas, dándoles así un nuevo aire guerrero a sus precarias armas.
Por esos años la situación del gobierno era demasiado inestable. Faltaban soldados para reprimir los continuos asaltos a los fuertes del sur, por lo que el Gobernador pidió refuerzos al Perú, los que se demoraron bastante; ante esta situación viajó personalmente desde Concepción a Valdivia con el fin de reclutar gente para su diezmado ejército.
El 21 de diciembre el Gobernador se encontraba en Imperial, oportunidad en que recibió un mensaje que le envió el corregidor de Angol Hernando Vallejos. En él le comunicaba que los mapuches habían asaltado un fortín cercano a Purén, matando a dos soldados y en cualquier momento se esperaba un avance sobre el fuerte de Angol, por lo que le suplicaba fuera en su ayuda.
A pesar de las serias recomendaciones que en Imperial le hizo el capitán Pedro de Escobar Ibacache, pidiéndole que aumentara la cantidad de tropa que le acompañaría en su viaje a Angol, pues estaba informado de la rebelión por los caciques Ignantaru y Loncopillan, el gobernador hizo caso omiso y salió al mando de 50 soldados y 300 indios auxiliares.
Sin mayor estrategia militar, Martín Óñez de Loyola acampó sobre un lomaje a orillas del río Lumaco, no habiendo hecho un reconocimiento previo del lugar, como tampoco se preocupó mayormente de instalar la guardia para el descanso de la tropa.
En la madrugada del 23 de diciembre de 1598, Pelantaru, junto a Anganamón y Huaiquimilla que lo seguían con alrededor de 300 mocetones, cayeron de sorpresa sobre el campamento y a los primeros destellos del cálido sol de la mañana, las lanzas mapuches habían dado cuenta de todo el destacamento que acompañaba al Gobernador, quien se defendió valientemente, pero su espada y su escudo fueron sólo una débil oposición ante la superioridad numérica de los atacantes, quienes le dieron muerte a lanzazos.
Se dice que de los 50 soldados sólo escaparon con vida un par de militares que fueron muertos al día siguiente y el clérigo Bartolomé Pérez, que fue canjeado por los mapuches tiempo más tarde. El soldado Bernardo de Pereda, quien quedó por muerto en la acción guerrera, libró su vida con múltiples heridas, llegando luego de 70 días a Imperial.
Al clérigo Pérez, sus captores de Lumaco le permitieron enviar una carta a Angol, en la que daba testimonio de los acontecimientos acaecidos en la oscuridad de esa noche, terrible para las armas españolas. Era segunda vez que un gobernador caía en un enfrentamiento mapuche. Antes Pedro de Valdivia había sido muerto en las cercanías de Tucapel, también en el mes de diciembre, mes trágico para ambos representantes de la corona de España.
Luego del desastre que significó Curalaba, vino un alzamiento general mapuche, que concluyó con el asalto a los fuertes de la Frontera, lo que obligó a trasladar a los habitantes al norte con la pérdida de sus casas y elementos de trabajo.
Con el fin de recordar esta acción bélica mapuche, tendrá lugar en Lumaco los días 8 y 9 de febrero, una feria artesanal y una representación teatral, que con alrededor de 200 actores llevará a escena los álgidos momentos de esta batalla, que como se ha dicho, culminó con la muerte del Gobernador y su escolta y dio inició a uno de los más duros levantamientos del pueblo Mapuche.