Laguna Roja es una de las más espectaculares y escondidas bellezas naturales que podemos encontrar en el altiplano chileno.
Llegar a ella no es fácil. Analizando la ruta, y sobre todo lo difícil que se vuelve la parte final del camino, decidimos ir con Paricota Tours, empresa de turismo que reúne a diferentes emprendedores del pueblo Aymara, desarrollando turismo comunitario indígena y comprometidos con el desarrollo sustentable del norte de Chile. Pasaron a buscarnos al hotel bien temprano, a las 4.30 am. El comienzo del trayecto es por la ruta a Humberstone, para luego tomar la ruta 5 al norte en dirección a Huara, y unos kilómetros más adelante al llegar al cruce a Pisagua, doblar al este y entrar en la Quebrada de Camiña por Calatambo y Cruz de Quimpasa.
Siglos de historia por la Quebrada de Camiña
La Quebrada de Camiña o del río Tana tiene una larga historia. Albergó a antiguos habitantes aymaras; vio pasar a los poderosos incas con su Camino que aún se puede ver y recorrer a la altura de Calatambo; luego vio la llegada de los misioneros franciscanos españoles, quienes dieron el nombre al poblado en recuerdo de su convento en la vilha de Caminha en Portugal; el paso del general peruano Hilarión Daza mientras se realizaba el desembarco de las tropas chilenas en Pisagua; su anexión como territorio chileno después de la guerra del Pacífico; y ahora recibía a un pequeño de grupo de santiaguinos e iquiqueños, que con las primeras luces del alba comenzaban a vislumbrar los pequeños poblados que apenas se encaraman en el costado del camino y caen a orillas del río: Francia, Quecho, Vereda Norte, Quistagama, Jasjara, Cuisama y finalmente Camiña.
Esta quebrada, fundamentalmente dedicada a la agricultura, es famosa en las grandes urbes del norte por sus choclos, ajos y zanahorias. Una población esmerada se dedica a sus sembrados y extrae lo mejor que ofrece la tierra.
Después de cuatros horas de viaje, nos esperan las guías locales de Paricota Tours María y Palmenia Mamani en el restaurant Ely para introducirnos en la historia y cultura del lugar a través de un contundente desayuno basado en la cultura local aymara: sopaipillas andinas, pan amasado, queso de cabra, papas bravas y té, el que potenciado con hojas de coca nos prepara para enfrentar la altura del altiplano.
Luego nos distribuimos en los furgones especialmente preparados para el camino que nos espera, con tracción 4×4, levantados y con grandes y gruesos neumáticos para no topar con las rocas del camino.
Una larga subida en zig zag por la ruta A-45 nos lleva hasta el mirador del Condoriri (Cóndor), en el que estas aves andinas viven en un cañón que se encuentra al frente.
Luego entroncamos con la ruta A-41, para kilómetros más adelante tomar una bajada estrecha y escabrosa que pone a prueba a los conductores de los vehículos que nos transportan: hay muchas piedras sueltas, saltos, curvas, subidas y bajadas, restos de parachoques, máscaras de autos, y algunos jeeps que fueron por su cuenta, deshaciendo la ruta por no ser capaces de continuar. Camino duro, que después de unas dos horas y media, en que también cruzamos el río Caritaya, llegamos finalmente a Laguna Roja.
¿Por qué se llama Laguna Roja?
Camino largo y difícil, que en medio de un paisaje pegado a un cielo azul nacen unas únicas fuentes de agua, la más grande de color rojo, una segunda de menor tamaño amarilla y una tercera aún más pequeña de color verde.
Ubicadas a 3.700 msnm el agua de las fuentes es cristalina y cálida, su peculiar color lo da el sedimento que está en el fondo, el cual es invadido por la microalga Chlamynodephris.
Oficialmente nombradas como Laguna Roja, se les conoce también como lagunas de Amuyo, Paricota, Parinacota o Coloradas.
Pero mejor, continúa apreciando esta belleza de nuestro paisaje altiplánico con esta galería de fotos.