Los orígenes de la Parada Militar en la Colonia, su evolución desde la Independencia a nuestros días, con la incorporación de las formaciones prusianas, de la Armada, Fuerza Aérea y Carabineros y otros tantos hitos están inscritos en lo que se podría llamar el alma colectiva chilena, como parte fundamental de los festejos de Fiestas Patrias.
Según el desaparecido historiador Alejandro Pizarro Soto, este acto de presentación militar, concebido más o menos de la forma en que hoy se realiza, tuvo su origen un año después de la llegada de los Instructores Alemanes a nuestro Ejército, en Octubre de 1895.
Antes de esta fecha, como ceremonia anual, que desde 1915 está dedicada por ley a honrar las “Glorias del Ejército”, en cada aniversario de nuestra Independencia Nacional, soldados, cívicos y pueblo, celebraban una fiesta popular en La Pampilla, nombre con el que conocía anteriormente el sector del parque O’Higgins, lugar donde junto a decenas de fondas y ramadas allí distribuidas, el pueblo y sus soldados se divertían con expansión y entusiasmo.
Los antecedentes históricos, que llevaron a que en la festividad máxima de nuestra patria, el Ejército hiciera una presentación y un desfile, se remontan a la tradición recibida del Ejército del Reino de Chile, al cual en cada festividad oficial, en especial, en ocasiones en que un nuevo Gobernador asumía su cargo, el estandarte Real era paseado por las principales calles de la capital, recorrido que generalmente tenía como escenario la Alameda y la calle Estado, por la que el nuevo mandatario llegaba hasta la Plaza de Armas, lugar en que estaba la residencia del Gobernador, el que durante el desfile iba acompañado por las Unidades de la Guarnición.
La primera ceremonia en la que participó el Ejército de Chile, recién formada la Primera Junta de Gobierno de 1810, se efectuó en la mañana del 19 de septiembre de ese año, en la Plaza de Amas de Santiago, con ocasión de la proclamación solemne del acta de instalación de la Junta.
En este desfile participaron 534 hombres pertenecientes al Regimiento de Caballería del Príncipe, una compañía veterana de los Dragones de la Reina, al mando del Capitán Ligarte y una de la Compañía Veterana de los Dragones de la Frontera, al mando de su Capitán, don Juan Miguel Benavente.
No fueron tiempos de celebraciones para la Patria. Pero las victorias de Chacabuco y de Maipo, devolvieron a Chile la libertad perdida. Al acercarse en 1819, el primer aniversario de la instalación de la primera junta de gobierno de 1810, el Director Supremo don Bernardo O’Higgins, ordenó que las celebraciones fuesen solemnizadas por una Revista Militar, la que se efectuó el 28 de Septiembre y a la cual concurrieron las Unidades Militares Nacionales, creadas por su Gobierno y las tropas del Ejército de los Andes, de cuyos antecedentes la escritora inglesa María Graham, nos dejó en su célebre “Diario”.
Posteriormente, nuevos desfiles y presentaciones del Ejército se efectuarían en el Llano de Portales y en la extensa Alameda.
El 18 de Septiembre de 1830, el Presidente Don Tomás Ovalle, ordenó el embanderamiento de todos los edificios públicos, pasando revista a las tropas en La Pampilla, las que terminada su presentación se desplazaron al centro y la Plaza de Armas, donde estaba la sede de Gobierno, saludando al Presidente con una salva de fusilería.
En 1831, siendo Presidente de la República el General Don Joaquín Prieto, por vez primera, se ordenó que en La Pampilla se efectuara un simulacro de batalla, el que fue ejecutado por tropas de línea y guardias cívicos.
Desde aquella fecha, hasta el año 1895, soldados y cívicos, rodeados de una presencia popular masiva, efectuarían año a año estos simulacros, con las modificaciones propias a la evolución de la orgánica de nuestro Ejército.
En 1842 por insinuación del Ministro de Guerra y Marina, Gral. Dn. José Santiago Aldunate, el Gobierno del Pdte. Gral. Dn. Manuel Bulnes Prieto adquirió una extensión de terreno en La Pampilla para campo de ejercicios y maniobras militares.
En 1870, se entregó a Dn. Luis Cousiño los terrenos adquiridos para que los transformara en gran paseo y un Campo de Marte para el Ejército, de acuerdo a los planes del ingeniero Español Dn. Manuel Arana. Así, fueron formándose en el parque cascadas, un pequeño lago y haciéndose fuentes, kioscos, un pabellón de música y un restaurant, imitando al célebre bosque de Bolonia en París.
En agradecimiento, la municipalidad Metropolitana, acordó dar el nombre de Cousiño al Parque, generosa y gratuitamente formado por el ilustre Mecenas.
Desde entonces, la antigua Pampilla pasó a ser llamada Parque Cousiño. A su alrededor se levantaron, poco a poco, varios edificios públicos, como la antigua Escuela Militar, el Cuartel de Artillería, la fábrica de Materiales del Ejército y otros.
Fue necesario entonces abrir nuevas calles de acceso para llegar al parque. Así en 1850 nace la calle 18, posteriormente Castro, Vergara y Ejército Libertador.
La inauguración del parque en 1873, coincidió con las festividades patrias de ese año, lo que motivó una gran alegría popular.
Entre los desfiles y simulacros de combates efectuados antes de 1869, se recuerdan como hitos históricos, los realizados en 1880 en plena Guerra del Pacífico y en 1884, en ocasión de la repartición de los premios y medallas de la Campaña, a las tropas de la Guarnición de Santiago.
En 1885, el Gobierno del Presidente Santa María, recogiendo la autorizada opinión del Almirante Lynch, del Gral. Sotomayor y de otras connotadas personalidades civiles y militares, obtuvo del Gobierno Alemán, la contratación del Capitán del Ejército de ese país, Sr. Emilio Körner Henze como Sub Director Técnico de la Escuela Militar.
Diez años después, Kóerner viajó a Alemania y contrató, a nombre de nuestro Gobierno, una legión de 32 Oficiales Instructores de esa nacionalidad y a la cabeza de ellos, inició grandes cambios en los programas de estudios e instrucción en el Ejército, los que empezaron de inmediato a darle una nueva estructuración, de acuerdo con las modalidades y las técnicas más avanzadas de la ciencia militar de su tiempo.
A este respecto, el académico Dn. Gonzalo Vial, nos dice en su Historia de Chile – Tomo II, “la Germanización llegó hasta las mínimas exterioridades, en uniformes, cascos, marchas, presentaciones militares, etc.”
En 1898 fueron encargados a Alemania los primeros cascos prusianos para la Escuela Militar, que eran de fina factura y tenían en su frente una hermosa águila germana plateada.
Estos cascos, después de servir por muchas generaciones a nuestros Cadetes, desaparecieron casi en su totalidad, en medio de las llamas del desastre de “Alpatacal”, en Julio de 1927.
En 1900, el gobierno adquirió otra partida de cascos, esta vez para el uso de la Escuela de Clases. Ésta y la Escuela Militar, serían las únicas unidades del Ejército que usarían casco prusiano con penachos.
A principios del año 1903, se encargaron a Alemania un total de 1.600 cascos. Estos cascos los estrenaron las tropas de la guarnición de Santiago, con ocasión de la Parada Militar de ese año.
Los años siguientes el uso de los cascos prusianos se hizo extensivo al resto del Ejército y ya en 1906, el uniforme prusiano completo se usaba en todas las unidades principales del país.
Desde aquellos años hasta 1924, el casco prusiano simbolizó al Ejército de Chile y le dio esa prestancia que llevó a quienes le conocieron a compararlo con entusiasmo con su modelo original,
La asimilación de nuestro Ejército al sistema prusiano fue muy rápida y profunda.
Como hemos dicho, la misión alemana llegó a nuestro país a principios de Octubre de 1895 y luego de trabajar intensamente en las unidades militares más importantes, a los pocos meses empezaron a verse los frutos. Fueron las Escuelas Militar y de Clases, los primeros institutos que recibieron el impacto de las nuevas técnicas.
Poco antes de dejar el mando del país, el Almirante Dn. Jorge Montt pasó revista en el Parque Cousiño a la Escuela Militar junto al entonces Ministro de Guerra Dn. Luis Barros Borgoño el Gral. Emilio Körner, el Teniente Coronel Vicente del Solar, director de la Escuela Militar y del Teniente Coronel Von Below, Subdirector de ese establecimiento.
Algunos días más tarde tuvo lugar la primera “Gran Parada a la Prusiana”, efectuada al compás de marchas alemanas, marcando una nueva época para nuestras presentaciones militares, las que poco a poco, se ampliarían a todo el país.
La sobria Parada de 1896 coincidió con las fiestas de la transmisión del mando Supremo del Gobierno del Almirante Montt a Dn. Federico Errázuriz Echaurren, en ceremonia efectuada el día anterior, lo que contó en un gran entusiasmo ciudadano.
A las 13 hrs. de ese Sábado 19, los Cuerpos de la Guarnición de Santiago se reunieron en la vereda norte de la Alameda de las Delicias, desde la calle San Martín al oriente, rodeados por miles de espectadores. Después de ser revisadas por el Gral. Körner y sus ayudantes, se dirigieron al Parque Cousiño, por la calle Ejército Libertador, encabezados por el propio Körner.
En el parque, las tropas desfilaron dos veces frente al Presidente y a las autoridades. Una vez por Compañías y después por Batallones.
“El desfile y todas las marchas y evoluciones de las fuerzas, se hicieron con toda precisión y lucidez, dejando en el ánimo de todos, muy buena impresión del estado de la instrucción y disciplina en que se encuentra el Ejército”; informaba el prestigioso Diario «El Ferrocarril» al día siguiente.
Así fue la primera Parada Militar, bajo la modalidad alemana, la cual se ha mantenido con algunas variaciones, a través de más de cien años.
La Gran Parada efectuada en 1898, se desarrolló bajo la amenaza de una inminente guerra con Argentina. Año de movilización, 60 mil hombres de la Guardia Nacional fueron instruidos en tres jornadas.
A las 7 de la mañana de ese día el Parque Cousiño comenzó a ser invadido por miles de personas que deseaban asistir a la Parada.
De acuerdo con la descripción dada por los periódicos de la época, las tropas formaron en el parque en tres escalones: Infantería, a cargo del Gral. Fernando Lopetegui; de Artillería, al mando del Gral. Manuel Ortúzar y el de Caballería, comandado por el Gral. Sofanor Parra.
De acuerdo con las disposiciones del Gral. Körner, quien comando esta Gran Parada, los escalones efectuaron 3 desfiles:
- La Infantería desfiló primero en columnas por compañías, con paso de parada, después en columnas por compañías al trote y por último en columnas de regimiento, en paso de parada.
- Los Artilleros desfilaron primero al paso, después al trote y por último al galope.
- La Caballería desfiló en columnas de Escuadrón, sucesivamente al paso, al trote y al galope.
Se destacó en forma especial en ese desfile, la Escuela de Clases bajo el mando de su Comandante Erich Herrmann, quizás el más distinguido miembro de la misión alemana.
Al respecto, informaba el diario “El Ferrocarril” a sus lectores: “La Escuela de Clases, desfiló gallardamente a paso regular, introducido últimamente por nuestro Ejército, imitándolo de los alemanes”.
Esta Gran Parada, calificada más tarde como memorable por el eminente táctico e Inspector General del Ejército, Dn. Jorge Boonen Rivera, recordaba también que las Escuelas Militar y de Clases “desfilaron en tal forma, que a los merecidos aplausos que les prodigó el público de la capital en aquella tarde, se unió el sentimiento interno de que contábamos con la base de elementos que sabrían mantener nuestra bandera, a la altura de su gloriosa tradición”.
El 15 de Septiembre de 1901, el Ejército presentó en el Parque Cousiño, la primera Parada, sobre la base del contingente instruido en sus filas, después de la vigencia de la nueva ley de Servicio Militar Obligatorio. A pesar de que los Conscriptos sólo reunían 35 días de instrucción, la parada resultó extraordinaria.
Cuatro días más tarde, se confirmaba plenamente la gallardía de una juventud al servicio de su patria. Una publicación periodística de ese tiempo anotó en sus páginas «El Gral. Körner estaba feliz y orgulloso».
En 1902, la Parada se efectuó bajo un ambiente de confraternidad americana y en presencia de una numerosa delegación Argentina, presidida por el Gral. Dn. Luis María Campos, que viajó a participar en la ceremonia de canje de los Pactos de Mayo, suscrito por Chile y Argentina en ese mismo año.
Como ya hemos expresado, en la Parada de 1903 las tropas lucieron por primera vez el casco prusiano, pero no todavía el uniforme alemán completo. Desde 1904 a 1909 fue extendiéndose el uso de los uniformes germanos y efectuándose siempre los desfiles con las modalidades ya descritas.
La Parada Militar de 1910, comúnmente llamada “Del Centenario”, marcó un hito en la historia de los desfiles del Ejército.
A pesar de que el Gobierno Chileno había sufrido la pérdida de su primer mandatario, Dn. Pedro Montt y sólo unos pocos días más tarde, la de su Vicepresidente, Dn. Elias Fernández Albano, esta última sólo a 11 días antes del aniversario nacional, la virilidad del pueblo, el patriotismo de los gobernantes, como la perfecta organización de su Ejército, hizo posible que esta celebración fuera presentada sin alteraciones de ninguna especie, efectuándose una de las Paradas más espectaculares de su historia.
Catorce mil hombres, al mando del Gral. de División Dn. Vicente Palacios, efectuaron una presentación, que impresionó profundamente a los invitados que vinieron de Europa y América a honrar con su presencia nuestro centenario.
Un testigo de la época, vació sus impresiones de la gran Parada en El Mercurio de 1910 diciendo; “Debemos reconocer, que el éxito de la revista superó todas las expectativas más halagadoras y optimistas, pues jamás se ha visto en Chile, desfilar más correctos, tropas mejor presentadas, regimientos de todas las armas, que mostraran una preparación más sólida y brillante. Todo el Ejército, sin excepción, merece ser felicitado, porque dejó ayer muy en alto el nombre del país, porque hizo esfuerzos con maravillosa unidad de pensamiento y de acción, para probar que no sólo en la palabras, sino en los hechos somos una «Gran Nación de Soldados», que hemos recogido viva y fuerte la tradición de la Independencia acentuada y perpetuada, por los héroes de 1879. Al ver pasar aquellas filas, que se movían como una máquina, parecía que cada soldado estaba penetrado de la responsabilidad que le correspondía ante los extranjeros. Parecía que cada Jefe, cada Oficial y cada hombre de la tropa, era depositario de la honra nacional.
Sus rostros contraídos por la emoción y por el esfuerzo nervioso, en un deseo íntimo y fuerte de que todo saliese bien, dejaba ver un impulso invencible que los empujaba.
“El paso de las Escuelas Militares fue saludado con una ovación continua, el de la Infantería despertó admiración, la Artillería desfilando al trote, parecía un cuadro sacado de las grandes revistas europeas y la Caballería al galope, presentó a los ojos de la inmensa muchedumbre, el espectáculo de masas humanas, en que el hombre y el caballo, forman un sólo ser y se mueven con una precisión y dominio absoluto”.
Terminaba diciendo: “Ha sido un gran día para la patria, el 19 de Septiembre de 1910. Lo que hemos visto nos llena de orgullo, nos infunde esperanza y nos permite afirmar, sin falsa vana gloria, que la nación vencedora de Chacabuco, de Yungay, de Chorrillos y Miraflores, es digna heredera de su pasado”.
La Parada de 1914 y las Fiestas Patrias de ese año, se celebraron en plena crisis nacional e internacional; la Primera Gran Guerra Europea, había estallado apenas hace 50 días.
Chile era un país neutral, pero su Ejército, tenía franca simpatía por la nación que le había entregado generosamente su modelo de organización.
Surge el 19 de septiembre Día de las Glorias del Ejército y feriado nacional
Existiendo un vacío sobre la condición legal del día 19 de Septiembre como feriado, el Presidente Barros Luco y su Ministro del Interior Dn. Pedro N. Montenegro, dictaron el decreto supremo Nº 2977 del 1º de Febrero de 1915, declarando Feriado Legal el día indicado, en honor a “Las Glorias del Ejército”.
En los últimos días de Diciembre de 1916, habiéndose agotado el paño azul para uniformes en nuestro país y no pudiéndose importar desde Europa, especialmente desde Alemania, a causa de la guerra, las autoridades militares decidieron reemplazar el paño azul de los uniformes, por uno de color gris verde, el cual de acuerdo a las experiencias del conflicto bélico europeo, era muy ventajoso por su adaptación al medio. Además, al dar orden de fabricación se favorecía a la Industria Nacional. El casco prusiano sería reemplazado, poco a poco, por gorras planas.
El D.S. de 1916, fue complementado 3 años más tarde, con otro que fijó nuevas modalidades para los uniformes y ordenó que en el plazo de 5 años, es decir en 1924, el casco prusiano sería suprimido, exceptuándose a la Escuela Militar.
Adelantándonos en el tiempo y de acuerdo con lo que nos informa la Historia del Ejército de Chile, en 1927 se modificarían nuevamente los uniformes. Más adelante, en 1939, el uniforme se adecuó al que usaba el Ejército Alemán en esa época.
Los históricos sucesos de Septiembre de 1924 determinaron a la junta de Gobierno, presidida por el Gal. Dn. Luis Altamirano. suspender la Parada Militar de ese año, en espera de días de mayor tranquilidad.
En Agosto de ese mismo año, en ocasión de la visita del príncipe Humberto de Saboya, heredero del trono de Italia, se había efectuado una Parada extraordinaria en el Parque Cousiño, en la cual, de acuerdo con lo establecido en 1919, se usarían por última vez los cascos prusianos en el Ejército.
A contar de 1925, se terminan las Paradas con el tradicional uniforme y casco prusiano y los quepis y tenida gris verde los reemplazan para siempre.
Ese año el Ejército efectuó 2 grandes Paradas en el mes de Septiembre. La primera, el día 10 en honor al Príncipe Eduardo de Inglaterra, la que alcanzó connotaciones extraordinarias. Finalizado el desfile en el Parque. Eduardo, inclinándose hacia el Coronel Ibáñez, Ministro de Guerra en ese entonces, le expresó su profunda admiración por el desfile, diciendo: “Sólo en Alemania vi algo parecido”.
La Parada del 19 de Septiembre, se efectuó en homenaje a las Glorias del Ejército y en honor a la Constitución Política de 1925, recién aprobada en un plebiscito celebrado el 30 de Agosto de ese año, la cual legalizaba las aspiraciones de la juventud militar y abría para Chile una nueva era en su historia.
En 1926, presidió las festividades de Septiembre Dn. Emiliano Figueroa Larraín, en un ambiente de gran comprensión cívico-militar, después de 2 años den trastornos institucionales.
Las tropas desfilaron con el brillo de siempre, destacándose el paso de la Escuela Militar, con sus respectivas secciones de Caballería e Infantería y el desfile de la Caballería, esta vez compuesta por las tropas de los regimientos Cazadores. Dragones y Carabineros.
Al término de la Parada, el Ministro de Guerra, Coronel Ibáñez, reiterando el clima de armonía existente, expresaba: “El sentimiento civilista del país, en su más elevado concepto no guarda ninguna relación con el antimilitarismo anarquizador, que amenaza a nuestra democracia”.
Las Fiestas Patrias de 1928, coincidieron con la solemne inauguración del monumento al Gral. Baquedano, en la plaza que lleva su nombre. La Parada Militar que se desarrolló bajo el mando del inspector General del Ejército, Gral. Dn. Francisco Javier Díaz Valderrama, incluyó el desfile de la Escuela de Carabineros, Institución fundada el año anterior y la presencia de la Escuela de Grumetes de la Armada.
En 1929, la Escuela Militar, acompañada por la Banda de Carabineros, lució a su paso una sección de perros adiestrados y otra de ciclistas, que fueron muy aplaudidos. La Aviación Militar, al mando del Comandante Arturo Merino Benítez y de los Mayores Aracena y Castro cuyo desarrollo fue extraordinario en esos años, presento a la Parada 62 aviones en vuelo, lo que era un récord en Chile y América.
Cerró el ciclo de Pardas Militares de la Presidencia de Ibáñez, el efectuado en 1930, el cual tuvo caracteres extraordinarios por la presencia en ella de los modelos tanques Rolls-Royce de 7 mm. de coraza con 1 ametralladora 7.7 mm. y la participación aún mayor que las anteriores, de la recién creada Fuerza Aérea de Chile.
Empezaba a asomarse en nuestras Fuerzas Armadas las primeras manifestaciones de la futura tecnología militar.
La Gran Parada de 1931, se vio afectada por los lamentables sucesos ocurridos en septiembre de ese año en la Armada Nacional. La de 1932 fue suprimida por la delicada situación política del país y reemplazada por una revista de las tropas de la guarnición de Santiago, al mando del Comandante Interino del Ejército, Gral. Ludwig, efectuada en la mañana del 17 de septiembre en el Parque Cousiño. Consolidado el régimen Constitucional, durante la administración de Dn. Arturo Alessandri Palma, las Paradas Militares entre 1933 y 1938 se efectuaron sobriamente y con escaso personal.
En 1935, fue comandada por el Gral. Juan Segundo Contreras e iniciada por el paso del escalón naval, encabezado por la Escuela Naval que no participaba desde 1930.
Al año siguiente, el regimiento Cazadores, presentó por primera vez el Timbalero, que en años posteriores sería muy popular.
En 1938, la última Parada de la administración Alessandri, el Ejército mostró algunos elementos nuevos, como los cascos de acero, de origen checoslovaco, los que según una publicación periodística, “daban un aire internacional a nuestros soldados”. El desfile fue comandado por el Gral Dn. Jorge Bari.
La Escuela Militar, se presentó por primera vez con su Banda propia. La Célebre marcha Radetzky empezó a ser popular y a identificar a este Instituto.
En 1939, la Parada Militar tuvo un amplio entorno popular. Ejército y pueblo, dieron al desfile de ese año un contenido especial. 6.500 hombres, al mando del Comandante en Jefe Gral. Fuentes Rabé y 43 aviones en vuelo, cifra que comprendía también la presentación del escalón naval y del Regimiento Andalién Nº13, de reciente formación, dieron realce y emoción al día de las Glorias del Ejército, destacándose el elegante y marcial paso de la Escuela Militar, al mando de su Comandante Dn. Arnaldo Carrasco, el gran maestro de generaciones de Cadetes y posteriormente prestigiado Ministro de Defensa Nacional.
Fue la última vez que las tropas usarían el pesado casco checoslovaco. A partir del año siguiente, el casco de fibra, modelo alemán, lo reemplazaría para siempre.
Desde 1939 hasta 1947, la Parada Militar conservó la misma estructura general. A medida que pasaron los años, el progreso técnico de las diversas armas, fueron dándole a estas presentaciones nuevas modalidades, especialmente fueron las recién creadas Unidades Mecanizadas, las que empezaron a darle a la Parada Militar, una visión distinta, basada en las enseñanzas de la Segunda Guerra Mundial y en las ventajas del Pacto de Ayuda Militar, firmado con los EE.UU. el 09 de Abril de 1952, que había permitido renovar el material y equipos, pues el existente era el adquirido entre los años 1910 y 1920.
A medida que han pasado los años, el Ejército ha venido perfeccionando su organización, su armamento y sus equipos, los que en cada una de estas presentaciones, sería de alto valor histórico, considerando que no existe un trabajo de investigación al respecto, pues ni siquiera una síntesis cabría en una exposición como la que estamos haciendo.
Sin embargo, alcanzaremos a dejar constancia que desde la década del 70, las Paradas Militares han sufrido una profunda transformación en relación a su duración, a las formas de desfilar, haciéndose desde entonces, en bloques de efectivos y no por Regimientos. En 1972 se pavimenta el sector conocido como Campo de Marte y desde 1974 se cuenta con la participación de Carabineros de Chile, que desfila cada año con sus Escuelas.
Pero cualquier modificación que haya tenido la Gran Parada a través de los años y las que deberá tener seguramente en el futuro, su espíritu será el mismo y seguirá simbolizando, mejor que nada ni nadie, la íntima comunión espiritual del Ejército con el pueblo y con las hermosas tradiciones que guarda nuestra historia militar, alrededor de las cuales, civiles y soldados, se confunden en un mismo sentimiento.
Como cada año la Parada Militar es todo un acontecimiento, que es llevado a los más recónditos lugares del país mediante transmisiones de varios canales de televisión y cada año también presenta diferentes variables en su estructura y la presentación de diversas armas modernas, como aviones, tanques y otras, además de unidades en uniformes de época, especialmente de la Guerra del Pacífico.
La Parada Militar fue transmitida por primera por Televisión el 19 de septiembre de 1962, por el entonces Canal 9 de Televisión de la universidad de Chile (hoy Chilevisión), con la conducción de Patricio Bañados y también por Canal 13.
Bibliografía:
- Pizarro Soto Alejandro: La Parada Militar, en Anuario de la Academia de Historia Militar N° 12 pgs . 127-138.
- Manual de Tradiciones y Ritos Ejército de Chile, 2002.
- La Parada Militar Wikipedia 2014.