Alejandra Flores * percibe la importancia de la tradición en las relaciones humanas. Considera que “el respeto a los mayores es importantísimo, porque ellos han sido parte de nuestro pasado. Ellos son los que nos han transmitido las tradiciones, son parte de nuestra identidad.” Esta inquietud la ha llevado a preparar un taller enfocado especialmente en los jóvenes. Conversamos con ella en Viña del Mar y aquí compartimos sus inquietudes.
¿En qué consiste su taller?
Se trata de la implementación de un taller para el mejoramiento de la comunicación humana y un mejoramiento de las relaciones humanas, basado en la enseñanza y el aprendizaje del protocolo social.
Por protocolo se entiende el conjunto de normas sociales, conductas y reglas a conocer, respetar y cumplir, en cualquier medio social, ya sea laboral, académico, político, cultural, deportivo, policial o militar.
Mi función en estos momentos – que asumo como una misión – es asesorar y enseñar estas herramientas y estas habilidades a través de este taller a los estudiantes de enseñanza media y a los estudiantes que están por egresar de carreras universitarias y de institutos profesionales, para que les permitan adaptarse mejor al mundo laboral, mejorar sus relaciones personales, en la vida cotidiana y también para obtener una mejor comunicación mediante el trato, los modales y la conducta.
Esta comunicación y este buen trato se han ido perdiendo con el tiempo, y creo que ha llegado ahora el momento de rescatar eso y que se demuestre un mejor ánimo en una sociedad más amable. Esta pérdida se notó en lo sucedido con los estudiantes, con las protestas durante todo un año que no llegaron a nada, no concluyeron en nada claro y se notó también en los desastres que dejaron en las calles. Era una forma grotesca de luchar, no una forma de luchar a través del intelecto. Aquí se trata entonces de orientar al estudiante con estas herramientas de protocolo social, para que se inserte como persona, como protagonista de esta sociedad; que se ponga al servicio del mismo, al servicio del país, y si tiene también un sentido religioso, al servicio de Dios.
¿De dónde nace esta experiencia? ¿Qué fue lo que la impulsó?
Bueno, esto lo he ido observando en el día a día. Precisamente cuando fui encargada de cultura de corporación municipal de Viña de Mar, me tocó tratar con muchos jóvenes de enseñanza media y también muchos estudiantes de nivel básico. Me fui dando cuenta que había una gran brecha en este punto —una brecha social— y es que muchos no saben conducirse, por una desorientación de formación; quizá desde la casa, quizá los padres no conozcan estas normas, pero creo que el colegio debería haber implementado este tipo de talleres. Lamentablemente, los programas educacionales están orientados a otro tipo de finalidades y no para esto, que me parece importante. Esta situación yo la planteé en su momento.
Se pasa materia, pero la persona queda de lado…
Se trata de formar un individuo integral que sea capaz de saber ante todo por qué está estudiando. Porque es un protagonista de la sociedad y va a ser el protagonista del futuro, y es ahí donde es preciso ser solidario con las futuras generaciones, hacer de ellos verdaderos seres humanos.
En la parte práctica, ¿cómo le serviría a una persona esta clase de formación en su vida laboral?
Le daría más seguridad para desenvolverse en cada situación. Saber ubicarse.
¿No somos ubicados los chilenos?
Yo creo que no mucho. Hay mucho ingreso económico en algunos casos, pero poca educación, poca habilidad en los modales del uno con el otro. Se ha perdido el respeto.
También hay que entender qué es el respeto. En mi taller desarrollamos este concepto. Porque el respeto no es solamente decir “oye, te respeto”; es importante tener claro el concepto respeto y ahí ir desglosando. Entender que el que está al lado merece ser escuchado, merece ser valorado y que eso también es parte del proceso de sociabilización.
¿De dónde nace esta enseñanza?
De las tradiciones, porque esta enseñanza es lo que se ha ido transmitiendo de familia en familia. También nace de resultados obtenidos a través de la experiencia conmigo misma o en mis hijas. Es que a veces con decir una palabra amable, con dedicar un poco de tiempo o con una sonrisa se puede cambiar el ánimo del otro. Son pequeños detalles que van haciendo que esta sociedad sea más amable. Tome por ejemplo situaciones que cualquiera puede observar arriba del metro o de una micro: los jóvenes han perdido la noción de respeto dándole el asiento a una mujer embarazada, he visto mujeres embarazadas en el metro sin que nadie les dé el asiento, o señoras con guaguita. En eso veo una crisis valórica, o más propiamente de desorientación educacional integral. ¡Es que no puedo entender! O esos jóvenes que rayaron las calles de Santiago: eso no los hacía ser más inteligentes, no iban a arreglar el problema de la educación chilena de esa forma. Sus argumentos deberían haber sido otros, deberían haber sabido conducirse.
¿Y el respeto a los mayores?
El respeto a los mayores es importantísimo, porque ellos han sido parte de nuestro pasado. Ellos son los que nos han transmitido las tradiciones, son parte de nuestra identidad. Fueron protagonistas; y si nosotros somos protagonistas en este momento, es porque ellos nos entregaron herramientas, conocimientos, información. Por eso hay que sentir un respeto enorme hacia los ancianos. Son nuestra historia, nuestro pasado, nuestras raíces.
¿Y dónde ha pensado implementar este taller?
La implementación inicial es en Santiago, donde creo que hay mayor estrés. Precisamente porque los estudiantes han estado mucho tiempo solos, ya que los padres trabajan, y por ello carecen de esta clase de educación. Se han perdido tradiciones como la de sentarse a la mesa, de conversar, preguntar cómo ha sido tu día, y al final su pariente directo es es el computador.
¿Ha conversado con jóvenes sobre la implementación de este taller? ¿Cuál ha sido la reacción?
Sí, pero a los jóvenes tienes que motivarlos. Un joven me dijo: “yo no asistiría jamás a su taller”. Le dije: “precisamente por tu contestación necesitas con urgencia tomarlo”. Con ellos es necesario comenzar por hacer un taller motivacional; porque si no, lo toman como si no lo necesitaran. La clave es ir encantándolos con el tema, mostrarles que hay un beneficio para ellos, un beneficio completo. Lograr que tomen conciencia que los cambios generan actitudes en la vida.
También he conversado con padres, hablé con un señor hace un tiempo atrás y me dijo “mis cuatro hijos de 20 a 26 años lo necesitan urgente, avísame, ya tienes 4 matriculados”. He conversado con mucha gente que está muy de acuerdo con este tema.
Esta entrega de herramientas debe estar de acuerdo al medio actual, protocolizar las relaciones humanas de acuerdo a las exigencias del medio actual.
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(*) Alejandra Flores es Historiadora del Arte, Gestora Cultural y Especialista en Protocolo Social. Fue Encargada de Cultura de la Corporación Municipal de Viña del Mar (1999-2002), donde desarrolló diversos proyectos culturales para el área de educación. Gestión que se enfocó en fortalecer los contenidos educativos, para mejorar el desarrollo integral de los estudiantes, en materias culturales. A través de eventos literarios, musicales, foros y charlas.
Ha trabajado, asesorando a municipalidades de la zona central de Chile, para rescatar la identidad cultural de la historia local.Actualmente, es asesora en Protocolo Social, para el mejoramiento de las relaciones humanas.