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Reavivar el recuerdo de nuestro pasado en un Chile que se adentra en la modernidad…
En Identidad y Futuro hemos ido dando cabida, desde el comienzo, a uno de los elementos fundamentales del cultivo del ser nacional: el reavivamiento del interés por personajes, episodios y diferentes aspectos significativos de nuestra Historia.
Claro que no en términos de estudios teóricos o académicos. Recuérdese que este Sitio es una revista de divulgación en la web. Al mismo tiempo que buscamos ilustrar y entretener, nos especializamos fundamentalmente en discernir, proyectar y estimular tendencias y reacciones de la sociedad actual, y en variados ámbitos de nuestra Cultura Viva actual, que denotan una reafirmación de nuestras tradiciones e identidad.
Creciente apetencia por un encuentro vivo con la Historia grande o pequeña del País
Una de tales tendencias es la hoy creciente atracción del chileno común por saber más sobre nuestro pasado histórico.

Para mejor responder a este creciente interés histórico, agruparemos el material respectivo, a partir de ahora, en esta página o sección de nuestro Sitio, bajo el título de Memoria Histórica [1]. Esperamos facilitar así el acceso a su búsqueda, lectura o consulta.
El lector encontrará aquí crónicas, relatos, citaciones, reconstituciones, celebraciones, monumentos; personajes del pasado remoto o reciente, episodios grandes o pequeños, en los más variados campos, para recrear, desde el Chile contemporáneo, aspectos emblemáticos de nuestro origen y evolución como pueblo y nación. Trazos, en fin, de la configuración colectiva de nuestra cultura, de nuestros hábitos, de nuestro modo de sentir y de vivir.
Hoy son multitudes las que acuden a visitar en familia — cada vez en mayor número — los edificios y monumentos históricos en el Día del Patrimonio a lo largo de todo el País. He ahí una prueba fehaciente y muy decidora de esta apetencia de incontables chilenos, de todas las clases sociales, por enriquecer nuestro presente con el encanto y la nobleza de contenido que le dan los ecos y luces del pasado (Cfr, Gran Presencia de Visitantes en Día del Patrimonio Cultural).

Los desafíos que ciertos aspectos de la globalización colocan a las identidades nacionales
Las mayorías han demostrado en el Chile de hoy, claramente, desear la retomada de la senda de progreso que minorías extremistas querían detener. Pero una senda de crecimiento no en ruptura con el pasado. Al contrario, ellas quieren ver proyectada, con naturalidad en el presente, una sana Memoria Histórica de lo mejor de ese pasado, hacia un porvenir cuyo progreso se desarrolle en una armoniosa continuidad con él.

El chileno medio busca efectivamente los beneficios obvios de la modernidad. Y la globalización nos trae acceso a un bienestar y a un progreso tecnológico deslumbrante en una sociedad del conocimiento hiper-informada. Pero ese mismo chileno medio se ve también envuelto y agredido, consciente o subconscientemente, por aspectos de la modernidad que no le satisfacen.
La globalización, entre otros aspectos negativos, tiende a disolver las peculiaridades de los países donde llega. A vaciar la cultura, los valores, las características, las costumbres y el colorido de lo nacional, regional o local. La poderosa interdependencia que trae consigo nos introduce en sus velocidades vertiginosas de progresos, pero también en los riesgos de crisis financieras y económicas en cadena. Invade nuestra identidad con un tipo de “industria cultural” de masas que tiende a despersonalizarnos y desarraigarnos. Sus cambios acelerados y contantes corroen la estabilidad de la vida y nos inundan con bienes desechables; una cierta precariedad se infiltra en casi todas las condiciones de la existencia.
La conexión inevitable con este mundo globalizado, nos impone así los desafíos de penosos desarraigos culturales, de dolorosas pérdidas de identidad y de sentidos de pertenencia.
Más allá de eso, importa hacia nuestra sociedad los delirios subjetivistas, amorales y disolventes de las llamadas tribus urbanas y de minorías anarquistas de todo pelaje…Todo un submundo que hoy se va uniendo al amparo de la No Discriminación, para terminar promoviendo un espíritu de revuelta utópica radical — ora lúdica, ora violenta– bajo las banderas de una Igualdad y Libertad absolutas; sin tolerar límites morales ni autoridad alguna. Submundo sin Dios ni ley, donde se legitiman toda especie de aberraciones y que parece, enigmáticamente, contar con el auspicio cada vez más notorio de ciertos Centros de Poder internacional y con la solícita amplificación de los Medios de Comunicación social. El chileno común siente así que desde esos Centros de Poder se desea imponer a nuestros países, con aquella intolerancia propia de los supuestos «tolerantes»…, una verdadera dictadura criteriológica que lo relativiza todo y que pretende tiranizar hasta el fuero íntimo de nuestras conciencias, sin respetar a nadie ni a nada.
La convivencia con el caos trae nostalgias de la antigua estabilidad y decoro del orden…
La invasión uniformadora de lo cosmopolita gris y sin alma, el vaciamiento y envilecimiento de las costumbres, las instituciones, las mentalidades; la desacralización y banalización de la vida, el prosaismo de tanto horizonte contemporáneo y más, recientemente, ese asalto de minorías anarquistas contra nuestras raíces cristianas…Todo ello, en fin, ha terminado por producir un profundo malestar de alma en los sectores más sanos del País y un anhelo instintivo por lo contrario, el cual está aflorando en busca aún de sus mejores formas de expresión.
La convivencia con ese caos de ideas y comportamientos que todo lo va invadiendo, suscita en las gentes nostalgias, conscientes o subconscientes, de la antigua estabilidad y el decoro amigable y familiar del orden. Nace de ahí una tendencia profunda a encantarse hoy con ecos o reflejos actuales de ese orden.

Es una apetencia, por decirlo así, instintiva a llenar de contenido y de densidad de ser la propia vida individual, familiar y social. Más aún, dotar de riqueza simbólica inclusive las actividades productivas propias de un País que progresa, para considerarlas no sólo en sus aspectos prácticos y materiales, sino también en su valor moral y cultural.
Señales de ello son, por ejemplo, la proliferación actual de fiestas costumbristas que, junto con proyectar las artesanías, la culinaria, la personalidad y el color local atrayendo el turismo, celebran a lo largo de todo el País la tradición de las vendimias, las sagras de la oliva, las trillas a yegua suelta o la creciente definición de distintas producciones con sello y denominación de origen (Cfr, ¿Qué es una Fiesta Costumbrista? Orígen y Definición).
Pero también, desde luego, la afirmación y expansión el Rodeo, parte de nuestra historia — desde la Colonia — como nación de raíz agraria y hoy deporte nacional; igualmente, la multiplicación delos clubes de huasos a lo largo de todo Chile, las competencias de carruajes y de rienda y todo el universo que se desarrolla en torno a la crianza del caballo de raza chileno.(Cfr, Torneos de Carruajes: Gala Familiar del Campo Chileno).El chileno de hoy siente la necesidad de ir enriqueciendo y enalteciendo culturalmente la dignidad del trabajo y del esfuerzo de producción económica e industrial, con la noble savia de la Tradición.
Son tendencias nuevas. Se han desarrollado al margen de esas polémicas ideológicas petrificadas en nuestro pasado reciente con sus disputas politiqueras que agitan hoy vanamente y desgastan e intentan paralizar nuestra vida pública y estancar el progreso de Chile. Hay incontables chilenos que, por encima de tales polarizaciones artificiales y del caos actual, miran ya hacia un futuro, donde quisieran ver una identidad nacional que se renueve y afirme; los atrae una búsqueda y preservación del valor de nuestras tradiciones, prestan una nueva atención a nuestras diversidades culturales y en las riquezas y variedades ambientales de nuestra Geografía, experimentando un descubrimiento renovado de las particulares bellezas de nuestro territorio nacional, que el autor himno nacional quizo cantar como una «copia feliz del Edén» (Cfr, Sorprendente Renacer de las Tradiciones en el Chile de Hoy – I y Renacer de las Tradiciones en el Chile de Hoy – II).
En tal despertar se incluye por cierto, el interés que nos ocupa aquí por conocer mejor los trazos grandes y pequeños de nuestra Historia.
Saber como se forjaron nuestro talante, costumbres, tradiciones e instituciones
Se trata de una atracción nueva por conocer como se realizó — entre las bendiciones del Cielo, las vicisitudes de los tiempos y los vaivenes de la libre respuesta humana — la a veces ardua y esforzada forja histórica del ser nacional. Un deseo de saber más de como se fue gestando nuestro talante como pueblo a través del tiempo durante las peculiaridades de este encuentro de razas, cultura y religión en este lejano Finis Terrae…

Larga y angosta faja de Territorio, que nos ha cobijado y permitido desarrollar, entre altibajos, esa ¨voluntad de ser”, como definió a Chile cierta vez Gabriela Mistral, aludiendo a nuestra lucha permanente contra las adversidades desde los albores del país (Cfr. Gabriela Mistral, Breve descripción de Chile).
Nuestra patria se gestó en una suerte de largo aislamiento, psicológicamente insular. El encuentro y simbiosis criolla de razas y culturas que dio nacimiento a Chile se operó aquí calladamente entre la cadena interminable de sus majestuosas montañas, el océano inmenso y bravío y uno de los desiertos más áridos del mundo, que nos trazaron unas imponentes fronteras naturales. Barreras muy difíciles de transponer, pero que protegían en su interior la inmensa variedad de nuestros fértiles y cálidos valles, atravesados por el caudal numeroso de ríos y la presencia de grandes y hermosos lagos. Una Loca Geografía con sus inesperados desafíos y la exigencia de un constante esfuerzo para obtener la riqueza que guardaban sus entrañas y merecerle los abundantes y generosos frutos, siempre en lucha contra las asperezas de la Naturaleza y sus periódicos estremecimientos. Tierra bendita de la Reina y Madre del Carmelo, que nos pide construcciones y reconstrucciones con empeño heroico, pero que nos acoge también en el regazo de sus amables templanzas y nos encanta con la variedad de sus notables bellezas.
¿Como han vivido y encarnado aquella igual voluntad de ser en diferentes épocas, habitando el mismo territorio, quienes nos precedieron en la esforzada construcción del País? ¿Como ha sido esto en lo grande, épico o excepcional y en lo familiar, menudo y cotidiano, en la gestación orgánica de nuestras tradiciones y su transmisión hasta nuestros días, en la consolidación de nuestras instituciones, costumbres y mentalidades? ¿Cómo se han modelado la fisonomía nacional, las peculiaridades regionales, las originalidades de grupos y de familias, de zonas o actividades típicas?
Reconocernos así en nuestra Historia y crecimiento común es una necesidad de preservación de nuestra propia identidad. La experimentamos cada vez más los chilenos al adentrarnos en el mundo globalizado e hiper-informado de la modernidad, con toda la fascinación de los adelantos científico-tecnológicos y beneficios materiales que nos puede ofrecer. Pero, como vimos, con la tendencia a uniformar las culturas y mentalidades, con su carga de empobrecimiento sicológico y espiritual, con las carencias, desequilibrios sociales y corrosión de valores que puede traer consigo.
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Destinamos, pues, esta sección a satisfacer especialmente, y dentro de los límites de una revista on line, esta búsqueda de un encuentro vivo y atrayente con nuestra Historia. Sus entradas e ilustraciones se entremezclan con temas afines de otras páginas de este Sitio. Es explicable, una vez que todas tienen un común propósito aplicado a diferentes campos: detectar, conocer y proyectar tendencias en los más diversos ámbitos de nuestra cultura viva, donde se expresa un mismo anhelo de encontrar en nuestros días una armonía y continuidad, y no una ruptura, entre la Identidad y el Futuro de Chile.
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[1] No entramos aquí en la controversia académica entre Historia como ciencia de la reconstitución escrita de acontecimientos ciertos y pasados y Memoria Histórica. A veces, esta última ha sido usada hoy por grupos sociales o étnicos que buscan visibilizar mejor su lugar en el pasado de un pueblo o país. Otros, incluso, se han servido de ella como forma ideologizada y tendenciosa de «reescribir», unilateralmente, la Historia de determinados episodios pasados con fines o intereses políticos. De nuestra parte, bajo la denominación genérica de Memoria Histórica, como una sección del Sitio, tenemos en vista, simplemente, reavivar el interés actual por acontecimientos registrado por la Ciencia histórica. Nunca deformarla, ni menos substituirla.
A nuestro entender, en la vorágine de nuestros días, la Ciencia histórica se ha vuelto a veces muy abstracta y distante a los ojos contemporáneos. Buscamos, a título de divulgación, ir abordando un recordatorio más libre y amplio del pasado, como un modo más cercano de enriquecer nuestra identidad como pueblo y nación. Se trata de resaltar, por ejemplo, celebraciones de acontecimientos emblemáticos, destacar pormenores de la vida de ciertos personajes y buscar una recreación de los hechos para las gentes de hoy. Muchas veces de forma literaria; recurriendo a relatos, a testimonios personales de época, a fin de volver más cercanas las características de determinados protagonistas y revivir las situaciones y los ambientes aquello cuya realidad la Historia escrita ha fijado.
Ambas, Ciencia y Memoria históricas, las creemos más bien destinadas a complementarse (El historiador francés Pierre Nora, levantó el tema a partir de su Les lieux de mémoire; T1 La République. Editions Gallimard 1997 y le ha dado posteriormente un trato matizado).